El 24 de junio los pueblos originarios, tanto de Chile como de Argentina, celebran el comienzo del año nuevo. Una tradición milenaria que cada año suma nuevos visitantes.
La comprensión y decodificación del idioma de la tierra y la naturaleza hizo posible que estos pueblos pudieran definir con exactitud el inicio de cada etapa, la finalización y el comienzo del nuevo año.
“We Xipantu” o “Nquillatún”, que en mapuche significa "año nuevo" o “salida del nuevo sol”, es la celebración más importante de los pueblos originarios del hemisferio sur y coincide con el Inty Raimy (de la tradición Inca), en el que se elevan ruegos y agradecimientos a un mismo elemento, fundamental para la vida: el sol, fuente de sabiduría y renovación.
Partiendo de una concepción cíclica del tiempo, el festejo tiene como protagonista al sol.
Según la religión mapuche, el sol nace con la llegada del invierno, se vuelve joven y adulto en primavera, envejece durante nuestro verano y comienza a morir en otoño, cuando los árboles pierden sus hojas, los animales cambian su pelaje y otros fenómenos alteran a la naturaleza, incluidos los hombres.
Un conjunto de rezos individuales y grupales prosiguen luego del baño y así se da inicio a la celebración. Luego, las familias regresan a sus casas tocando instrumentos típicos y bailando su música.
Todas estas actividades están destinadas a fortalecer el espíritu de hermandad de la comunidad, la amistad entre grupos familiares y la convivencia con los otros. Quizá por ello no resulta extraño que en los últimos tiempos estas fiestas populares se han abierto no sólo a los chilenos y argentinos en general, sino también a gran cantidad de turistas extranjeros que se acercan durante estas fechas para observar y formar parte de estos festejos y rituales que derivan de una evolucionada filosofía de vida que lejos está de perderse.