El submarino amarillo

Victoria ofrece gran variedad de peces para los amantes de la pesca, desde el gran dorado hasta el sutil bagre amarillo.


Pesquera por naturaleza

La provincia de Entre Ríos es el paisaje ideal para el pescador. El río Paraná es hoy en día una de las más grandes riquezas ictícolas de nuestro país, ideal para la pesca deportiva por la abundancia y el tamaño de las especies. Aunque, por supuesto, la pesca no equivale ni en un 10% a la que se obtenía antaño.

Las reservas ictícolas Curuzú Chalí, de La Paz, y Laguna del Pescado (esta última en la localidad de Victoria) son los pesqueros más frecuentados del sur de la provincia de Entre Ríos, además de las zonas de Santa Elena, Hernandarias, Piedras Blancas, Diamante y las islas de Ibicuy.

Sus anchos y caudalosos ríos, adornados por lagunas interiores que desagüan en ellos, albergan importantes especies como el armado, la boga, el surubí, el dorado, la tararira, el patí y, por supuesto, el bagre amarillo, famoso en estos rincones del río Paraná.


Amarillo y tornasolado

Este pequeño pez que sólo a veces supera el kilogramo de peso tiene varias virtudes que lo convierten en uno de los tesoros más preciados que tiene el río.

Además de poseer una carne excelente con la cual se preparan los mejores “chupines de pescado” del Paraná, el “amarillo”, como se lo conoce cotidiana y popularmente, es una especie de indicador natural para los pescadores de Victoria y sus islas.

Se lo conoce como el “submarino amarillo” ya que cuando se lo pesca su chuza (espina) apunta hacia arriba, al igual que el visor que tienen los submarinos para saber qué ocurre en la superficie. Esto, sumado a su color amarillo y su natación lenta, hace que el seudónimo con el que fue bautizado tenga un fundamento cierto.

Su sola presencia determina estados del río, temperaturas, cardúmenes de otras especies e incluso la llegada del invierno, la primavera y el verano. Es uno de los peces preferidos de los isleños porque “pica” todo el año y cuando deja de hacerlo durante el verano es porque los grandes dorados se encuentran cazando.


Laguna del Pescado, un oasis

La zona portuaria, el canal de acceso a la ciudad desde el río, Cancha Larga, el remanso de las Tres Bocas, Paranacito y Puerto Esquina son algunos de los nombres de los pesqueros que ofrece la ciudad de Victoria.

La isla del Pillo y sus riachos fueron declarados Reserva Natural para la pesca deportiva, por lo que allí está terminantemente prohibido desarrollar otras artes de pesca que no sean las deportivas. Lo mismo ha ocurrido con la Laguna del Pescado, desde hace algunos años.

Allí, durante el verano, dorados de mediano y gran porte, que muchas veces superan los diez kilogramos, se introducen en sus aguas en busca de cardúmenes de bagres amarillos, por lo que el río se vuelve una verdadera fiesta entre peces que cazan y otros que huyen despavoridos.

Cuando esto ocurre, la pesca se vuelve mágica. El spinning y el fly cast, ambas técnicas de pesca, son elegidas por la mayoría por su alto valor deportivo. Señuelos y moscas imitan al submarino amarillo, que aunque en este caso haga de presa, no por ello deja de ser un fundamental protagonista de esta historia.

Autor Pablo Etchevers

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