La parte más alta de lo que hoy llamamos ruinas era el lugar elegido para la defensa ante el enemigo. Primero fueron otras tribus y finalmente, los conquistadores españoles, los cuales llegaron hasta aquí y encontraron una fuerte resistencia hasta lograr imponerse.
Una ruta de ripio nos deposita al pie del cerro Alto del Rey, donde se levanta esta imponente ciudad que no dejará ver a ninguno de sus antiguos habitantes. Sólo, y con mucha suerte, el visitante puede encontrar algunos vestigios de lo que fue esta civilización, como puntas de flechas, hachas de piedra o cerámicas.
De todas formas, al pie del cerro se encuentra el museo local, que deja ver tras sus puertas todo lo que se ha encontrado hasta el momento de esta antigua civilización; se destacan jarrones, cerámicas, flechas y demás elementos fundamentales en la vida diaria de estos hombres.
Las ruinas de Quilmes fueron uno de los asentamientos prehispánicos más importantes de la Argentina y se sabe que la tribu calchaquí las habitó aproximadamente desde el año 800 d.C. hasta el año 1666, cuando cedió ante el avance español. Muchos de los sobrevivientes fueron juzgados por los conquistadores y conducidos hasta el sur de la
provincia de Buenos Aires, alojados como prisioneros en la cercanía de la localidad de Quilmes, a la que dieron su nombre.
Hoy, caminar por estas milenarias galerías, por sus senderos y pasadizos, así como también por sus corrales donde tiempo atrás pastaban animales o jugaban niños, es una experiencia única que atrae al visitante apenas divisa la montaña.
Tal como diría el genial escritor Ray Bradbury, quizá pueda darse el encuentro entre un hombre de estos tiempos y otro de aquéllos. Y tal vez, como hoy la vemos, la ciudad de los calchaquíes no ha sido destruida, ni olvidada, ni abandonada. Y sus habitantes, al igual que lo hicieron siempre, continúan allí, más vivos que nunca. Sólo hay que dejar volar la imaginación.