Con más de 100 años de pasión, hazañas, leyendas y un antagonismo que hace vibrar toda la ciudad de Rosario, el histórico duelo entre Newell’s All Boys y Rosario Central congrega multitudes...
En Argentina hay muchos “clásicos” (o derbies), como Boca-River, Independiente-Racing o Estudiantes-Gimnasia. A lo largo de la historia, estos duelos se fueron enriqueciendo con anécdotas y mitos que no hicieron más que encender la pasión futbolera. El clásico de Rosario no se escapa a la regla y cada vez que el balón inaugura un nuevo capítulo de esta rivalidad, la ciudad santafesina se detiene por completo.
Canallas versus leprosos
Cuenta la leyenda que el antagonismo data de una invitación a un “amistoso” entre los dos equipos organizado en favor de los enfermos de lepra de un hospital de Rosario. Parece ser que Central rechazó la invitación, ganando así el apodo de “canallas de la ciudad”. Para devolver la burla, los seguidores de Central lanzaron a sus rivales el contra-insulto de “leprosos”, ridiculizando su interés por jugar ese partido a favor del hospital.
Con el correr del tiempo, el apodo tomó gran importancia, al punto de transformarse en un símbolo para todos los hinchas. Ya sea que el clásico tenga lugar en El Coloso del Parque (el estadio de Newell’s) o en El Gigante de Arroyito (el estadio de Central), hoy la rivalidad entre “canallas” y “leprosos” llena las 40.000 plazas de cualquiera de las dos canchas.
Disputado en 1905, el primer partido arrojó un resultado de 1 a 0 favorable para Newell’s. La paridad del clásico es tan notoria que a lo largo del tiempo ambos clubes han conseguido la misma cantidad de títulos oficiales.
Zurdas y palomitas
Muchas anécdotas agregaron un toque de leyenda a los más de cien años de duelos. Se dice que el mismo Ernesto “Che” Guevara era fanático de la casaca “auriazul” de Central y los hinchas de la camiseta “rojinegra” de Newell’s tuvieron el honor de tener como jugador a Maradona durante cinco partidos en 1993.
Otro suceso memorable es la “palomita de Poy”, vuelo histórico con el que el jugador Aldo Pedro Poy cabeceó un centro que sellaría la victoria de Central por 1 a 0 en las semifinales de 1971. Esa palomita quedó grabada en el sentimiento de los hinchas, hasta el punto de que todos los 19 de diciembre se juntan a gritar de nuevo el gol que les despejó el camino del campeonato.
Aunque ya lleva más de un siglo de historia, la pasión que despierta el gran clásico entre “canallas” y “leprosos” está más viva que nunca. Sólo nos queda esperar a que la magia se despierte de nuevo en el próximo partido.
Sebastián Picchetti
Gentileza de los Clubes de Fútbol
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