El gran Buenos Aires

Este hermoso espejo de agua que lleva el nombre de la capital del país cruza la frontera para convertirse en el lago General Carreras. Elegido por los pescadores, el Buenos Aires posee buenos ejemplares de trucha.

El balcón de la hostería Antigua Patagonia fue el lugar propicio para iniciar ese sábado inolvidable. El día estaba espléndido y durante un rato tomamos sol mientras disfrutábamos de la hermosa vista. Cerca, el lago Buenos Aires se veía tranquilo dado que el viento apenas se hacía sentir.

Desayunamos y nos fuimos a recorrer el pueblo que a esa hora de la mañana se veía vacío. Luego de un paseo por las calles arboladas, nos fuimos hacia la costa del inmenso Buenos Aires, que empezaba a poblarse de pescadores y sus familias.

En la orilla observamos varias embarcaciones y nos acercamos para consultar acerca de algunas características del lago.


Grande, enorme, subcampeón en Sudamérica

  • Fantástico espejo de agua

    Fantástico espejo de agua

  • En la orilla

    En la orilla

  • Navegar por sus aguas

    Navegar por sus aguas

  • Del lado chileno se conoce como General Carreras

    Del lado chileno se conoce como General Carreras

El Buenos Aires tiene una superficie de 2.240 kilómetros cuadrados, que se reparten entre el territorio argentino y el chileno. Situado en el noroeste de la provincia de Santa Cruz, sus aguas transparentes color turquesa bañan la localidad argentina de Los Antiguos, la más cercana al límite con Chile.

Después del lago Titicaca, que es compartido por Perú y Bolivia, el Buenos aires es el segundo en extensión de Sudamérica. En el país hermano lleva el nombre de lago General Carreras y es más profundo que en Argentina, con barrancos acentuados en algunas áreas.

Del lado argentino, con sus 881 kilómetros cuadrados, es un lago de llanura con costas cortadas a plomo en el este. Se lo aprecia por la presencia de excelentes truchas marrones y arco iris con pesos de más de 5 ó 6 kilos, que los pescadores amantes del spinning aprovechan en temporada. La pesca deportiva se practica a lo largo de todo el año, pero fuera de temporada la presa se devuelve.

Los vientos tienen un papel preponderante en el lago y, algunas veces, las playas se muestran calmas pero el oleaje se produce en la zona interna de las aguas. Por eso es que hay que conocer muy bien su comportamiento.

Por suerte para nosotros, pudimos navegar por sus aguas gracias a un amigo que nos hizo recorrer la costa en su semirrígido. Mientras nos deslizábamos, pudimos sacar infinidad de fotos de esa salida impensada.

Pasamos primero por el muelle de la hostería y luego seguimos hacia la frontera que se extiende desde la desembocadura del río Jeinimeni a la orilla contraria en Ingeniero Pallavicini. Durante un trecho, tuvimos viento en contra y el agua pegaba con ímpetu contra el bote.

A lo lejos, las montañas aún nevadas hacían de contorno del lago y ya de regreso pudimos ver unos cisnes de cuello negro y patos en la desembocadura del río Los Antiguos.

Volvimos todos a la playa, donde compartimos unos mates con bizcochos dulces y salados y nos despedimos de nuestros amigos agradeciendo la navegación por el lago.

Cuando anocheció, desde el salón comedor de la hostería, comprobamos que el lago Buenos Aires se había cubierto con un denso manto oscuro y parecía haber desaparecido por arte de magia.

Autor Mónica Pons Fotografo Karina Jozami

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