Cuenta la leyenda –siempre hay una leyenda circundante– que el hijo de un gran jefe indio estaba afectado por una extraña enfermedad. Los rumores sobre unas vertientes curativas en las cercanías hicieron que el hombre llevara a su hijo hasta el lugar. Un río furioso corría por una profunda quebrada e impedía llegar al destino milagroso. Sus hombres formaron un puente humano para que el hombre pasara cargando a su hijo enfermo. La sanación era posible en el lugar de las aguas que brotaban de la tierra. Al volver a cruzar y mirar hacia atrás, sus guerreros habían quedado petrificados, dando forma al Puente del Inca. Las ruinas del Hotel Termas de Puente del Inca forman parte de la escenografía en un conjunto mimetizado con el puente. La antigua construcción utilizaba las aguas termales como valor agregado a sus servicios de hospedaje y constituía todo un lujo en plena montaña. Hoy en día se intenta conservar el lugar por su valor geológico y promover un turismo ecológico que preserve los recursos naturales de las áreas protegidas sin provocar desequilibrios ambientales. Toda la belleza del Puente del Inca tiene gran sustento en su formación geológica, un lugar único en la cordillera de los Andes. Además, el paseo puede combinarse con otros destinos mendocinos cercanos, por ejemplo, una visita a la localidad de Las Cuevas o una caminata al pie del Aconcagua, en el parque provincial que lleva su nombre.
Miriam Coronel
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