El vuelo a vela es una de esas actividades que logra cambiar la vida de muchas personas. El Club de Planeadores de Tandil da cátedra desde 1946…
Apenas se llega al lugar, la paz y la tranquilidad logran rápidamente que la ansiedad
de quienes se acercan a realizar su vuelo de bautismo pase a un segundo plano.
Luego de la presentación y la bienvenida, el instructor comienza a relatar anécdotas y vivencias acerca de este fascinante mundo del vuelo a vela. Además de contar la historia del lugar, los cursos que se dictan y las distintas maneras de volar, ya sea en térmica, dinámica o en onda, explica a los visitantes las partes fundamentales de estas pequeñas aeronaves.
Bautismo y vuelos
Todos los fines de semana del año, decenas de turistas se acercan hasta las instalaciones del Club de Planeadores de Tandil para cumplir con el sueño de volar. Para ello no es necesario que tengan ningún tipo de conocimientos sobre la actividad aérea, ni realizarse exámenes psicofísicos.
Los vuelos tándem permiten enseñar y aprender de una manera totalmente novedosa.
El instructor se encarga de transmitir en vuelo toda su experiencia vivida. Y el alumno, sentado a su lado, aprende preguntando todas las inquietudes que le van surgiendo a medida que pasan las horas vuelo.
Roberto Cantón, un alumno de 53 años, asegura que volar le cambió la vida: “Yo tenía algunos problemas en mi vida, como los de cualquier persona, y siempre había soñado con volar pero pensaba que no podría hacerlo. Hasta que me decidí y ese día mi vida hizo un cambio, un click que la marcó para siempre. Volar es como sentirse entre algodones…”
Superar dificultades, aprender a despegar y aterrizar e incluso resolver simulacros de emergencia son algunas de las enseñanzas que instructores como Martín Giorgio y Santiago Barreira se encargan de transmitir a todos sus alumnos. Además de impartir los conocimientos indispensables de meteorología y aerodinámica, fundamentales para saber volar.
Y con este cúmulo de experiencias, a partir del vuelo número veinte los alumnos ya vuelan solos. Y continúan hasta obtener los vuelos necesarios para rendir el examen ante la Fuerza Aérea y obtener la licencia de piloto de planeador.
Alma de pájaros
Volar en planeador es algo único e indescriptible. Es pasar a formar parte de un mundo idealizado donde no existen fronteras ni alambrados, donde la libertad se siente a cada metro que se avanza y donde es posible comprobar el frío de una nube al tocarla o sentir cómo una térmica nos hace subir cientos de metros.
Es escuchar la mágica música del silencio. Es observar cómo los pájaros se transforman en compañeros de vuelo y nos enseñan a captar las térmicas para subir y permanecer horas volando junto a ellos.
Como si por un momento olvidáramos nuestra vida de hombres racionales y nos dejásemos llevar por el instinto de las aves que vuelan simplemente adonde las lleva el viento.
Dicen que existe un antes y un después de volar, y es verdad. Quienes lo han experimentado aseguran que la vida les cambió por completo.
El genial Leonardo Da Vinci, ideólogo de lo que hoy es el vuelo libre, lo sintetizó con una frase que resume de manera perfecta el espíritu de volar: “Porque ya has estado allí, y desde ahora harás lo imposible para volver a estar allí arriba”.