Todos los años, los meses de enero y febrero en Gualeguaychú son sinónimo del carnaval más esperado del país. La fiesta comienza mucho antes, con los preparativos.
Desde hace mucho tiempo, el Carnaval de Gualeguaychú es esperado con ansia por un público numeroso que alienta las presentaciones que se realizan en el famoso Corsódromo. Coreografías con mucho ritmo y música pegadiza, trajes espléndidos, jóvenes bellísimas luciendo sus cuerpos engalanados por plumas, brillo y maquillaje conforman un despliegue inigualable.
Varias entidades componen las comisiones organizadoras de esta atracción que se realiza desde 1979; presentan a los grupos concursantes que disputan premios a la creatividad, el desempeño y la permanencia.
Durante una de las jornadas carnestolendas, quisimos conocer los talleres donde se preparaba una de las comparsas antes de salir a escena. En medio de un bullicio constante, un ir y venir de personas que realizaban los últimos retoques de cosmética y ajustes de indumentaria, nos atendió uno de los encargados. Nada es improvisado. Modistas, profesores de baile, vestuaristas y carrocistas intervienen en cada uno de los momentos importantes de la organización.
Todo comienza diez meses antes de los corsos, cuando se elige la temática a desarrollar y los elementos musicales y coreográficos que acompañarán la idea original. Los integrantes, responsables y dedicados, dejan el alma y su tiempo personal durante todo ese lapso para ponerlo a disposición del Carnaval.
Los trajes de fantasía, los espaldares y tocados yacían sobre los costados de la sala, esperando a quienes los vestirían en unas pocas horas. Dispuestos de acuerdo con la escuadra o carroza a la que pertenecían, lucían sus plumas de faisán, de pavo real y otras conocidas como amazónicas. Piedras y lentejuelas multicolores nos impactaron por su vistosidad y lujo. Los que supervisan tienen la responsabilidad de controlar hasta el mínimo detalle para que una vez en la pasarela no haya sobresaltos.
Varias horas antes del debut, cada uno de los bailarines llega para maquillarse, peinarse y dar la última mirada a sus trajes y zapatos. El clima es animado, de repaso de los movimientos de baile, para ir calentando el cuerpo para cuando se enciendan las luces y la fiesta del Carnaval sea una realidad.
La celebración de esta fiesta popular por excelencia se remonta a los rituales paganos y festines que se realizaban en Egipto y durante las saturnales romanas. Gualeguaychú ostenta la mayor experiencia en este tipo de presentaciones y puestas en escena pomposas del país. Al paso de las comparsas sonaron los aplausos y los gritos de júbilo; mientras, nuestro cuerpo y espíritu se sentían impregnados por ese ritmo vertiginoso, bailábamos junto a ellos y nos sentíamos integrados al mayor espectáculo a cielo abierto.
Mónica Pons
Cristina Sabaliauskas - Welcomeargentina.com
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