Clubes de remo en Tigre

El paseo Lavalle-Victorica ofrece la posibilidad de internarse dentro de un mundo fascinante: los clubes de remo. Allí se encuentra guardada la historia del delta y de uno de los primeros deportes practicados por los porteños.


De la renta al espíritu deportivo

Hace casi 300 años, los ríos ingleses eran el mejor medio de comunicación en comparación con el caballo y los carros. En aquella época, se prefería este medio ya que los caminos se tornaban intransitables cuando llovía. Y había meses e incluso estaciones en que esto ocurría todo el tiempo.

A principios del siglo XVIII, cuando Inglaterra contaba con apenas seis millones de habitantes, no menos de 400 mil “watermen” se ganaban la vida en los ríos cercanos a la ciudad.

Naturalmente, ello fue creando un clima de competencia en el río que se traslucía en excedentes económicos: los recorridos rápidos se pagaban muy bien y así surgieron competiciones entre los diferentes remeros para ver quién se quedaba con las mejores pagas. Así surgieron las primeras regatas, acompañadas de fuertes apuestas a favor de uno u otro remero. Relación natural que se dio entre el surgimiento de los primeros deportes y del juego de azar.

  • Jóvenes deportistas aficionados al remo

    Jóvenes deportistas aficionados al remo

  • Un lugar propicio para esta actividad

    Un lugar propicio para esta actividad

  • Hermosos botes de madera

    Hermosos botes de madera

  • Los pequeños rieles

    Los pequeños rieles

En 1775, se disputó en Ranelagh (Inglaterra) la regata más antigua de la que se tenga registro. Sin embargo, hubo que esperar hasta el año 1829 para que se disputará oficialmente la primera de ellas, entre las universidades de Oxford y Cambridge, ante más de 20.000 espectadores.

La aparición de clubes, asociaciones y sociedades provocó la creación de federaciones de remo nacionales y luego internacionales, que aportarían al deporte códigos propios y universales.


Tigre, la cuna del remo argentino

En 1873, ya había aparecido en Inglaterra el famoso asiento móvil que ha hecho famosas a estas pequeñas embarcaciones. Las embarcaciones se fueron perfeccionando. Se pasó de la canoa canadiense a la yoal, de la yoal al wherry, del wherry al gig y del gig al outrigger.

Para ese entonces, un grupo de jóvenes deportistas aficionados al remo, ya habían remado en el Río de la Plata uniendo el puerto de Buenos Aires con el río Tigre, lo que les llevó poco más de 3 horas. Al año siguiente, organizaron la primera regata argentina de la que se tiene registros a orillas del río Luján el 12 de febrero de 1871.

Domingo Faustino Sarmiento, un verdadero amante del delta y de la vida en las islas, fue invitado a concurrir, el 10 de diciembre de 1873, a una de las primeras regatas organizadas para aficionados y público en general. La historia cuenta que luego de la exitosa competencia, se reunieron seis días más tarde en el café “Gimnasium” situado en las calles Corrientes y Florida del entonces centro porteño. Y allí fundaron el “Buenos Aires Rowing Club”, que se convertiría luego en la escuela del remo nacional argentino.

El paso del tiempo fue creando otros clubes, entre los que se destacaron el “Club de Regatas La Marina” (1876), el “Tigre Boat Club” (1888) y el “Club Teutonia” (1890), luego le siguieron clubes que se formaron por integrantes de varias colectividades de inmigrantes que llegaban a la prospera Argentina. Entre estos, aparecen el “Rowing Club Argentino” (1905), el “Club Canottieri Italiani” (1910), el “Club de Remeros Escandinavos” (1912), el “Club de Regatas Hispano-Argentino” (1913), el “Nahuel Rowing Club” (1916), el “Club Suizo de Buenos Aires” (1913), el “Club de Regatas América” (1920), el “Club de Regatas Lavaron” (1920), el “Club Náutico Hacoaj” (1935) y el “Club San Fernando” (1923).

Sus respectivos nombres y fecha de fundación forman el “Monumento al Remero”, que se encuentra justo en la intersección del Paseo Lavalle-Victorica, aunque en realidad debería hablarse de los ríos Tigre y Luján, ya que dentro del agua se escribió la verdadera historia de este hermoso deporte.

El Paseo Lavalle-Victorica ofrece la posibilidad de disfrutar de una caminata a orillas de ambos ríos y de observar los pequeños rieles que trasladan estos hermosos botes de madera de los clubes al agua. Basta con mirar su perfecta y veloz navegación para entender por qué el remo fue uno de los deportes que más entusiasmó a la juventud porteña de principio de siglo.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

HorarioHorario: Todo el día.
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