Los Reartes por dentro

La tranquilidad es una de sus características más destacadas. La baja contaminación acústica acompaña el entorno serrano, ideal para el descanso.

La comuna de Los Reartes nació a la vida en el año 1993 y creció de a poco con un espíritu respetuoso de sus orígenes. Por ello su área urbana es un enlace entre edificios con acervo nativo y los más actuales con ventanales generosos para dejar que la naturaleza ingrese libremente.

Una caminata por el centro puede comenzar por donde uno desee. Todo está cerca y con andar unas pocas cuadras se descubren su pasado y su presente en minutos.

Su casco histórico muestra la identidad de la localidad. Viejas casas de adobe con sus ventanas pequeñas y faroles de hierro fueron testigos de tiempos anteriores, en que Los Reartes era paso obligado de las carretas entre Córdoba y Río IV durante el siglo XX. En sus patios interiores cohabitaban el aljibe clásico con árboles frutales y de flores.

Ingresamos a la capilla Inmaculada Concepción, reedificada en 1815 con una fachada realizada con barro crudo y techo de tejas y puerta central que conecta con su interior austero. Los muebles de madera fueron tallados por aborígenes y, dado su valor patrimonial, el oratorio se incluye en el circuito religioso de la provincia de Córdoba.

  • Data de 1930

    Data de 1930

  • La tranquilidad

    La tranquilidad

  • Puente San Ignacio de Loyola

    Puente San Ignacio de Loyola

  • Espíritu respetuoso de sus orígenes

    Espíritu respetuoso de sus orígenes

  • Orillas del río Los Reartes

    Orillas del río Los Reartes

  • Pueblo serrano cordobés

    Pueblo serrano cordobés

Observamos otra construcción popular: la pulpería Segundo Sombra. Data de 1930 y funcionó como primer almacén y lugar de reunión y payadas de los pobladores. Aún sigue abierta al público y bien vale servirse una copa para admirar sus largos mostradores y estantes antiguos.

A pocas cuadras, a orillas del río Los Reartes, encontramos el balneario. Mucha gente se recreaba en sus aguas limpias que bajan de los cerros entre piedras enormes. Varias ollas permiten nadar mientras que las playas de arena son el lugar ideal para asolearse en una reposera mientras se contempla el entorno de pinos.

En uno se los sectores del río han quedado vestigios del paso de los comechingones. Este pueblo originario dejó rastros de su costumbre de moler los frutos que cosechaban en morteros hechos en la misma roca.

Nos deleitamos con la comida criolla que ofrecen sus parrillas y comedores. Probamos asados tradicionales, al asador y especialidades propias de la zona servidos al aire libre, bajo los árboles, mientras apreciábamos el perfume de las plantas en flor.

El área céntrica es escenario de muchas fiestas que se repiten año tras año. Todos los meses hay algún evento alegre y bien organizado capaz de reunir a los locales y a quienes los visitan. Todas las formas de cultura están presentes. Escultores, músicos, carnavales, fiestas patronales, danzas, conciertos, actos litúrgicos reúnen a un público consecuente.

Por ello, se ha incrementado la llegada de turistas y los complejos de cabañas y hosterías están a la vanguardia con sus servicios. Nos llamó la atención el cuidado con que los que habitan la ciudad preservan el medio ambiente e invitan a los que llegan a hacer lo mismo.

Nos detuvimos en uno de sus bares de la costanera para llevarnos el último recuerdo visual de la localidad. Aldea pequeña pero con carácter, Los Reartes merece que se la destaque entre los pueblos serranos cordobeses.

Autor Mónica Pons Fotografo Pablo Etchevers

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