Un circuito diferente que permite conocer la catedral de Córdoba y sus alrededores desde una nueva perspectiva. Visitamos el campanario e hicimos sonar las históricas campanas.
Salimos de la cripta jesuítica del noviciado viejo y, tal como nos lo habían indicado, decidimos conocer la denominada "Manzana Jesuítica" y así alcanzar a comprender la magnitud de la obra que esa orden religiosa había realizado en la ciudad de Córdoba.
Bajamos dos calles por la calle peatonal Rivera Indarte y luego doblamos a la izquierda por la calle Deán Funes hasta su intersección con la calle San Martín, que desde ese punto y hacia la derecha comenzó a llamarse Independencia. Bordeamos el Cabildo Histórico y, antes de dirigirnos a la Manzana propiamente dicha, un enorme cartel ubicado al costado del atrio de la iglesia catedral nos invitó a recorrer la monumental obra arquitectónica.
En esta oportunidad nos recibió Ariel, un joven estudiante de guía de turismo que estaba haciendo sus primeras armas en la profesión. Luego de una charla introductoria sobre el particular estilo de la iglesia catedral y sobre las distintas vicisitudes que atravesó para su realización definitiva, nos adentramos en el edificio para conquistar, por así decirlo, la torre norte.
Cruzamos el patio de las Higueras y, casi instantáneamente, comenzamos a ganar altura utilizando una angosta escalera de hierro que fue forjada a mediados del 1700.
Una sensación vertiginosa comenzó a apoderarse de nosotros a medida que ascendíamos en la antigua construcción de más de 400 años.
Aprendimos que la catedral posee una mezcla de estilos arquitectónicos, como el clásico y el barroco americano. Sobre las aristas de las torres, se destacan las estatuas de los ángeles músicos, con trompetas y polleras de plumas de factura aborigen o indoamericana.
Antes de acceder a la sección más elevada de la torre, nos detuvimos unos instantes sobre el techo del hall central de la imponente estructura. Abajo, se encuentran los restos del Deán Funes, los de Fray Mamerto Esquiú y también los restos del General José María Paz y de su esposa Margarita Wilde.
Atónitos, observamos la figura de acero del Cristo Redentor que fue realizado en París en el año 1901 y que fuera traído a nuestro país separado en tres cuerpos para lograr una instalación más fácil.
Ojeamos por debajo del primer vitraux de la catedral (que representa la resurrección de Cristo) la bóveda de la nave central. Ariel nos explicó que esa magnífica obra fue realizada por el reconocido pintor cordobés Emilio Caraffa y que el autor intentó explicar mediante sus dibujos la unión del antiguo mundo con el nuevo. Al fondo, encontramos la imagen del segundo vitraux, que posee la imagen del Sagrado Corazón. Para ese entonces, no podíamos creer que estábamos parados sobre la catedral misma.
La tentación de hacerlas sonar hizo que, permiso de por medio, no dudáramos en tocar cada una de ellas con sus respectivos badajos. Nunca más íbamos a tener la oportunidad de hacer sonar las campanas que anunciaron los acontecimientos más importantes de nuestro país, como la conformación del Primer Gobierno Patrio, o la Declaración de la Independencia.
Desde otro ventanal, apreciamos los detalles de la cúpula central del templo y de su prisma octogonal, que era utilizado para el ingreso de luz. Al final del recorrido, estábamos más que satisfechos por la experiencia vivida.
Marcelo Sola
Eduardo Epifanio
Contacto de la excursión o paseo
Stylo Viajes
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