. Se dio en llamar al barrio de esta manera haciendo alusión a la ubicación del Riachuelo, que con una gran boca desembocaba en el Río de la Plata.
Fue en sus orígenes asentamiento de muchos inmigrantes italianos, especialmente genoveses, que debieron construir sus casas con veredas altas debido a las frecuentes inundaciones.
Entre estas familias de inmigrantes se encontraban los padres del pintor Benito Quinquela Martín que, si bien no eran sus padres naturales, se hicieron cargo de él y lo criaron en La Boca entre el olor a Riachuelo, las casas de colores y las veredas altas. Más adelante, el joven Quinquela comenzaría su labor de artista retratando maravillosamente esos paisajes portuarios que lo acunaron de pequeño.
Quinquela es La Boca, por eso quien llega a La Boca no puede dejar de visitar el Museo Quinquela Martín, donde él mismo hizo funcionar la primera Escuela-Museo del país en la que se exponen las obras del propio Quinquela, pero también las de otros tantos artistas argentinos que, al igual que él, han capturado de manera perfecta el espíritu del barrio.
Quinquela, un visionario, donó el terreno de lo que hoy es el museo junto a un terreno para la construcción de un jardín de infantes y otro para un teatro, donde hoy por hoy funciona el Teatro de la Ribera, también dentro de la Republica de La Boca, como llaman al barrio sus vecinos.
Como si lo pintara el maestro Pese a su pequeña extensión, Caminito es uno de los paseos preferidos por el turista que visita Buenos Aires.
A principios de siglo la calle sin salida fue un verdadero basural donde, incluso, las autoridades del momento acumulaban la basura del día que luego era transportada en camiones para rellenar otros lugares de la ciudad.
Hoy los tiempos han cambiado rotundamente y, recorriendo esta calle cortada, podemos observar una sintética pero perfecta muestra de la fisonomía típica de La Boca, sus conventillos, su chapa de barrio malevo, su gastado río y sus barcazas. Y su gente, por supuesto.
Muchos colores, mucho tango, cantinas a su alrededor y una vasta muestra de pinturas y fotografías de diferentes artistas callejeros, así como también un paseo de artesanos, son la rutina diaria de quien llega a este rincón de la ciudad.
Parejas que bailan tango y que invitan a una pieza a cambio de una foto que quedará para siempre registrada son un clásico de los días domingo, al igual que la recién sacada del horno “pizza de cancha” o la grande de “muzza y anchoas”, para seguir afirmando que La Boca es, fue y seguirá siendo Italia, por siempre.
El hoy hediondo Riachuelo y el oxidado puente Avellaneda completan el paisaje boquense a la Vuelta de Rocha, donde decenas de cafés, cantinas y restaurantes invitan a sentarse en sus sillas para eternizar el momento.
Para mirarlo. Para pensar… Para escribirlo, como lo hizo el genial Peñaloza, cuando escribió la letra del pasaje más famoso del mundo. Simplemente pensando en ella….
…desde que se fue…triste vivo yo
Caminito amigo…yo también me voy
desde que se fue…nunca más volvió
seguiré sus pasos…Caminito adiós…