Parador y playa en Mar de las Pampas

Todos los días ve salir el sol frente al mar. Cada mediodía lo pueblan y enloquecen, y por las tardes le da la bienvenida a las primeras estrellas para hacer del lugar el ideal para esperar la luna con velas. Soleado es un parador muy especial.

Mar de las Pampas es hoy uno de esos lugares donde el hombre ha logrado hermanarse sabiamente con la naturaleza, armonizando el bosque con el aire marítimo de los médanos y el océano.

Todos los días, decenas de personas se acercan a Soleado, el único parador de Mar de las Pampas ubicado en la calle Virazón y playa, para amanecer junto al mar.

Por lo general, sus edades rondan los cincuenta años o más, aunque también hay adolescentes. El ritual consiste en observar la inmensidad de la playa y la tranquilidad del mar a escasos minutos de la salida del sol..

Sólo se divisa algún puñado de pescadores que han madrugado. De tener éxito, alguna corvina rubia o brótola se transformará en el plato principal del mediodía..

  • Un parador muy especial

    Un parador muy especial

  • Familias enteras

    Familias enteras

  • Lo necesario para refrescarse

    Lo necesario para refrescarse

  • Al mediodía

    Al mediodía

  • A broncearse

    A broncearse

  • Algo de música

    Algo de música

  • Momento de compras

    Momento de compras

Cuando el reloj marca las 9, ya hay quienes se han acercado a la orilla, quienes se han dado el primer chapuzón y quienes, incluso, han comenzado el ritual del mate y los bizcochitos de grasa para despertarse junto al mar cuando la mayoría duerme.

A estas horas, Soleado ya se encuentra preparando desayunos de frutas, cafés con leche y licuados y ve cómo lentamente sus mesas, carpas y sombrillas comienzan a anunciar que ha empezado un nuevo día de temporada.


Mediodía de locura

La llegada del mediodía ha transformado al lugar completamente. Familias enteras en el agua, en la arena o en las carpas pasan las horas practicando alguno de los deportes playeros que se imponen cada temporada o divirtiéndose con los más tradicionales. Los más chicos hacen sus primeros castillos de arena del día o piden el primer barquillo.

A esta altura, todos han reconocido la frescura del agua y el calor de la arena y el apetito va abriendo sentido a olores y sabores que comienzan a ir de un lado al otro. Ensaladas de frutas, papas fritas, alguna que otra milanesa, hamburguesa, licuados, yogures, sandwiches y bebidas frescas van desfilando de una carpa a otra.

Daikiris son los preferidos. Caipirinhas, Cuba Libre y algún que otro trago resultan ideales para ir pensando en la comida del día. Y también están los licuados a base de leche o agua que le aportan frescura a la llegada del calor de casi las 2 de la tarde.


Cuando cae la tarde

A las 6 ó 7 de la tarde, la arena se enfría mucho más rápido que el agua del mar que mantiene el calor de todo el día. Bañarse a esta hora pasa a ser cosa de locos.

Es el momento para unos mates, unos tragos o alguna hamburguesa para los más jóvenes. Vale armar un fogón .

Es la hora en que la juventud gana la playa y en que las familias comienzan a abandonarla lentamente. Los más jóvenes comienzan a pensar en la noche. Y Soleado también comienza a pensar en su noche.


A la luz de la luna

Cuando el sol cae, el lugar comienza a transformarse. El sitio gana la calidez justa para cenar junto al inconfundible ruido del mar y a sus olas, a la luz de la luna y las velas.

El lugar ahora es otro. Los platos intentan mostrar las sensaciones del lugar. Además de la cocina patagónica, se observa prolijamente la sabia influencia de la cocina mediterránea.

Crêpes negros de camarones y langostinos, trucha patagónica rellena de frutos secos y langostinos en salsa caprese son algunos de los platos. Pero el que se lleva todos los aplausos es el “ravioli abierto relleno de blanco de ave en salsa oscura de aceto balsámico”. Los postres no se quedan atrás.


Y después…

Todo vuelve a ser igual. Distintos espectáculos musicales muy cuidados se dan cita todas las noches. Algunas cuerdas de guitarra y voces imitan a Sabina y a Serrat, mientras la madrugada comienza a vetear el cielo con los primeros rayos del sol que salen del horizonte. Son los pescadores y los primeros bañistas los que nuevamente comienzan a acercarse a la playa.. Un círculo perfecto que nos sorprende nuevamente.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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