Sus habitantes originarios datan de mucho antes de la llegada de los incas. La villa como se la conoce hoy en día fue fundada en 1681, en honor a la Virgen de Belén.
Sus habitantes originarios datan de mucho antes de la llegada de los incas. La villa como se la conoce hoy en día fue fundada en 1681, en honor a la Virgen de Belén.
Todo ese acervo cultural se traduce en bellos tejidos de lana de oveja, llama, alpaca y vicuña. Todas, salvo la alpaca, son fibras locales. Son ponchos, mantas, chales, chalinas, vinchas, caminos de mesa, bufandas y corbatines que los visitantes pueden comprar pero también hay tiempo para conocer. Así el contacto con los artesanos es directo y la invitación está abierta a compartir un rato, una ronda de mate, una charla para reconocer ese modo de vida que se traduce en un quehacer vinculado con las raíces. La Ruta del Telar es un emprendimiento colectivo. Además de la exposición de los productos como sustento para la comunidad, la propuesta impulsada por la Secretaría de Turismo, la Secretaría de Agricultura Familiar y la Cadena de Valor Lana-Fibra de la provincia nuclea a los artesanos, los talleres familiares y las cooperativas de tejedores para cuidar ese tesoro cultural, esas herencias y ese oficio antiquísimos, y así mantener vivo el telar criollo. Los colores de la tierra y de los cerros se mezclan en los diseños en telar, las guardas lisas y las guardas atadas pueden mostrar ricas variedades a ojo de buen conocedor, pero sin dudas lo que conmueve es ese vínculo ancestral que se preserva en la Ruta del Telar. Urdimbre de tejidos, tradiciones y quebradas.
Miriam Coronel
Gentileza Turismo.catamarca.gob.ar
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