Abrir la Ventana

Existe un desafío para todo aquél que se recorra la comarca: subir hasta la famosa ventana y mirar todo desde allá arriba. Aquí, una nota-mapa de los 10 puntos que hay que sortear para lograrlo.

Cada vez que vuelvo a Sierra de la Ventana y surge la idea de regresar a su famosa ventana, me dirijo a su base, al campamento que desde hace más de veinte años Héctor Jorge Perrando se encargó de hacer místico entre los montañistas y de inmortalizar con sus anécdotas.


La base del cerro Ventana o punto de partida

Lo primero que hay que hacer para subir hasta la conocida ventana es aprender a vestirse. Hay que llevar calzado cómodo o zapatos de trekking, medias, pantalón tipo jogging, remera, un abrigo liviano o polar, gorro, lentes de sol y, si hace frío, el equipo puede completarse con un buen par de guantes. Dentro de una pequeña mochila no pueden faltar algunas barritas de cereal, una o dos botellas de agua mineral y una muda para cambiarse una vez que finaliza el ascenso.

La base del cerro Ventana es el punto de partida, el lugar donde comienza el ascenso, previa entrada al Parque Provincial Ernesto Tornquist. Allí hay que registrarse. La hora de partida es el dato que queda registrado para nuestra seguridad en las hojas del libro diario de ascensos y descensos.

  • Mirar todo desde allá arriba

    Mirar todo desde allá arriba

  • El punto 9 nos crea la ilusión

    El punto 9 nos crea la ilusión

  • Abrir la Ventana

    Abrir la Ventana

  • El 10 nunca fue un número fácil

    El 10 nunca fue un número fácil

Entre los posibles destinos aparecen Los Piletones Naturales, que es un recorrido de esfuerzo moderado y que demanda unas 2 a 3 horas de recorrido (ida y vuelta), y la Garganta Olvidada. De mucho menor esfuerzo, este recorrido nos permite acercarnos hasta una pequeña cascada natural y demanda tan sólo una hora (ida y vuelta).

El sendero autoguiado de mayor protagonismo es el que nos lleva directamente a la famosa abertura natural que dio nombre a todo el sistema serrano y desveló incluso al genial Charles Darwin cuando anduvo en la zona, aunque él no pudo encontrarla nunca.


Comenzar a subir antes del mediodía

El ascenso hasta la ventana demora entre 5 y 6 horas (ida y vuelta) y requiere de un gran esfuerzo físico. El sendero nos lleva hacia un pequeño bosque de pinos que protege la base del cerro. Hay que comenzar a subir hasta llegar al Punto 1, donde los caminos se bifurcan y un pequeño cartel de madera con un número “1” en amarillo nos indica que debemos tomar el camino de la derecha.

Llegar hasta aquí resulta un verdadero esfuerzo, ya que hay que caminar despacio e incluso trepar entre raíces centenarias de pinos que salen a la superficie y que dificultan el paso.

El Punto 2 es visible desde el Punto 1 y se encuentra aproximadamente a 400 metros. Aquí, ya hemos dejado de subir y comenzamos a caminar a través de una especie de planicie o pastizal, típico de esta región serrana.

En el Punto 3, se continúa con la misma intensidad y esfuerzo, pero rápidamente se llega hasta el próximo punto. La presencia de guanacos y familias de zorros es una constante. Incluso algún puma se anima a aparecer a lo lejos.

El Punto 4 es, sin ninguna duda, el quiebre entre una caminata lenta pero sostenida y un ascenso lento que se dificulta porque hay que estar atento a dónde se pisa y a encontrar de dónde sostenernos mientras comenzamos a escalar.

Del Punto 5 al Punto 7, no queda otra opción más que trepar. Se trata de la parte más difícil de la montaña. Lo que nunca hay que hacer, por más cansado y agotado que se esté, es salirse del sendero guiado para tratar de tomar un atajo. Esto pondría en peligro todo el ascenso para quien los toma y para otros que vienen detrás nuestro. Lo recomendable es parar cuantas veces sea necesario para descansar, mojarse los labios con agua y recuperar la respiración, si nos sentimos agitados.

Una vez en el Punto 8, ya estamos pisando una de las cumbres del cerro Ventana que, siguiendo su filo, nos llevará directamente hacia el ansiado hueco. Al fondo, pueden observarse el cerro más alto de la provincia de Buenos Aires, el Tres Picos, y distintos arroyos naturales donde las truchas plantadas por los ingleses se han reproducido desde principios del siglo XX.

Del Punto 8 al Punto 9, sólo hay que seguir un camino longitudinal que nos demanda un poco de esfuerzo recién al final. El punto 9 nos crea la ilusión de que ya estamos arriba y la vista que se obtiene de la parte trasera del cerro Ventana es realmente fantástica.

El 10 nunca fue un número fácil. Allá, a lo lejos, se ve un cartel cuesta arriba y hay que volver a trepar piedra por piedra. Con el vuelo rasante de alguno de los pájaros que viven en la cumbre del cerro, se llega al Punto 10, el último de todos. A su lado, una de las obras más maravillosas que ha realizado la naturaleza en esta región: una inentendible ventana sin cortinas que permite apreciar la belleza de toda la comarca con tanta simpleza y magia que nos demuestra que valió la pena subir hasta aquí arriba.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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