Capilla de Buffo, un testimonio de amor

La Capilla de Buffo es un compendio de su autor, una ofrenda de amor, un testimonio póstumo. Allí Guido Buffo dejó inscripto la comunión entre el amor, la ciencia y el arte.

En el paraje de Los Quebrachitos, a 35 km de la capital de Córdoba y a 8 km de la ciudad de Unquillo, se encuentra la Capilla de Buffo, una construcción en la ladera del monte que rinde homenaje al amor. No se trata solo de la arquitectura o su estilo, sino de la historia que guarda. En las Sierras Chicas de Córdoba, Guido Buffo instaló su hogar y compartió un tiempo con su esposa Leonor y su hija Eleonora.

Un templo que conmueve
Guido Buffo nace en Treviso, Véneto, al norte de Italia en 1885. Fue un artista y científico multifacético, con enormes planes para enfrentar un destino nuevo al otro lado del Atlántico. Recala en Córdoba y luego en Rosario, donde conoce a Leonor Allende, escritora y periodista. Se casan en 1914 y en 1917 nace su hija Eleonora.
Llegan a Unquillo buscando las bondades del buen clima para sobrellevar la enfermedad que aquejaba a ambas mujeres. Junto a un arroyo serpenteante que bajaba por una ladera del paraje Los Quebrachitos levantan su hogar. Pero la tuberculosis las atrapa, sin darles tregua.

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Capilla de Buffo

    Capilla de Buffo

  • Guido Buffo, su esposa Leonor Allende y su hija Eleonora

    Guido Buffo, su esposa Leonor Allende y su hija Eleonora

Guido Buffo buscó canalizar su dolor y su pena en la construcción de la capilla, lindante a su casa, para albergar los restos de su amada y de su hija. Allí también encontraría espacio su propio cuerpo, cuando murió en 1960.

Trabajó concienzudamente durante 10 años en la construcción de la capilla y allí volcó todos sus conocimientos y creencias en una especie de comunión entre el arte y el amor. Una arquitectura bella, conmovedora y única reúne la cosmovisión del pintor, donde se observan frescos y símbolos vinculados con la astronomía, el arte renacentista, la física y momentos vinculados con las vidas de las dos mujeres. Para llegar hasta allí 35 escalones la separan de la vera del camino. Un tiempo de reflexión y humildad nos llama al momento de comenzar a subirlos.

La trilogía Dios, amor e intelecto le dieron sentido a la vida del artista y es lo que se pone de manifiesto en su interior, cuando se atraviesa la pesada puerta ojival. El campanario atípico con una cruz en bajo relieve muestra la ausencia de campana. Vista desde el aire, su cúpula tiene forma de flor de cardo santo y las ventanas circulares de su cúspide permiten pasar la luz de una forma singular. Un péndulo de Foucault es uno de los objetos más llamativos y raros para su época. La iluminación y la acústica están pensadas al milímetro, nada queda librado al azar, para darle ese tono celestial y místico del que los visitantes pueden ser testigos con solo susurrar, y conmoverse con esta ofrenda de amor.

Autor Miriam Coronel

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