Desde Puerto Santa Cruz decidimos visitar la isla Monte León y la pingüinera Estrada para tener una idea más cabal de cómo es la vida de esos imponentes mamíferos que habitan las costas del Atlántico sur.
Desde Puerto Santa Cruz decidimos visitar la isla Monte León y la pingüinera Estrada para tener una idea más cabal de cómo es la vida de esos imponentes mamíferos que habitan las costas del Atlántico sur.
Antes de llegar a la costa, nos enfrentamos con el Monte León y pusimos toda nuestra imaginación para ver en él la figura de un león echado. El viento, el agua y el paso del tiempo moldearon la piedra hasta darle esa forma que, a su vez, ofrece su nombre al parque nacional que estábamos transitando.
Finalmente, llegamos hasta el litoral marítimo y tuvimos ante nosotros la colonia de lobos marinos de un pelo que se extendían tomando sol sobre el acantilado y la playa. Cientos de ellos habían llegado de otra lobería, la de Pico Quebrado, haciendo un alto en su vida nómade.
Junto a esas enormes moles, fuimos descubriendo bahías, la altura de los acantilados y el movimiento de la marea que cubre y descubre playas en su constante vaivén. En la bajamar es posible conocer la Olla, una gruta que el agua excavó en la piedra, que tiene una abertura en su parte alta por donde ingresa la luz natural.
Cormoranes, gaviotas cocineras, ostreros negros y biguás son parte de la gran familia de aves marinas que habitan la isla. La pesca de mar es muy apreciada, ya que se consiguen buenos tamaños de róbalos, pejerreyes y palometas.
Mónica Pons
Parques Nacionales - Prensa
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