A unos 300 kilómetros de la capital sanjuanina, encontramos el Parque Provincial Ischigualasto, más conocido como Valle de la Luna. Esta extraña formación arcillosa, con gran variedad de tonalidades, formas y desniveles con multifranjas de minerales y sedimentos, permite espiar la evolución de la Tierra en el período Triásico.
Lo que fuera un inmenso lago rodeado de frondosa vegetación, donde crecía una gran variedad de especies y prosperaba la reproducción de cualquier cantidad de animales, hoy es un desierto con muy pocas lluvias, fuertes vientos y altas temperaturas.
Al sur de la provincia de San Juan se encuentra el Valle de Tulum, una de las zonas más importantes de la industria vitivinícola. Con un clima seco y templado y una altitud de 600 metros, se elaboran una gran variedad de vinos, desde los de mesa hasta los finos y licorosos. Sus suelos aluvionales arenosos y arcillosos permeables son ideales para la práctica de la vitivinicultura.
La cepa noble que mejor se adaptó a la región es el Syrah, logrando gran concentración aromática y un cuerpo carnoso. Futuras cosechas reflejarán el potencial de estas tierras.
Mientras el celeste inmaculado se perpetúa en una luz que parece inabarcable y las noches multiplican sus estrellas, el Parque Nacional El Leoncito trabaja calladamente para asegurar la protección de un ambiente natural único.
A sólo 35 kilómetros del pintoresco pueblito de Barreal, la sombra de añosas alamedas y el rumor del agua en las acequias reciben al visitante que llega en busca de un cielo prometido. Entre los cerros, dos observatorios astronómicos reconocidos mundialmente (Cesco y Casleo) abren sus puertas para contar los secretos del universo.