En 4x4, en cuatris o caminando…hasta el faro Querandí

Desde Mar Azul se puede vivir una experiencia única, interminable y, por sobre todo, enriquecedora. Hay que llegar hasta el faro…

¿Qué tiene el faro Querandí a diferencia de otros? Es uno de los faros que no se encuentra cerca de ninguna ciudad; por ende, para llegar a él hay que esforzarse y esto es lo que lo hace distinto.

Desde Mar Azul surge una de las mejores travesías que tiene la costa atlántica: llegar hasta el faro Querandí.

Bosques de pinos, cipreses, acacias y eucaliptos, además de grandes médanos de arena, son parte de la geografía de Mar Azul, que en cada calle que tiene salida al mar logra mimetizar el bosque con lo marino, lo cual hace de esta ciudad una verdadera exquisitez para contemplar la naturaleza.

Pero lo nuestro es llegar al faro. Una vez que termina el poblado de Mar Azul, el bosque deja de ser bosque y el camino comienza a angostarse hasta depositarnos frente al mar, por lo que sí o sí hay que bajar a la playa.

  • Una experiencia única

    Una experiencia única

  • Grandes médanos de arena

    Grandes médanos de arena

  • Una altura de 54 metros, 276 escalones

    Una altura de 54 metros, 276 escalones

  • Un paseo imperdible

    Un paseo imperdible

En camionetas 4x4, en cuatriciclos o caminando se puede llegar. Lo importante es ser concientes de las limitaciones de cada uno, por eso muchos eligen realizar la travesía con alguna de las agencias de viajes que suelen partir de Villa Gesell y levantar turistas tanto en Mar de las Pampas como en Las Gaviotas y Mar Azul.

El faro fue la primera construcción del actual partido de Villa Gesell, fue realizado en el año 1922 y está ubicado a 30 kilómetros de Villa Gesell.

De lejos, comienza a divisarse la silueta blanca y negra del faro, que posee una altura de 54 metros, 276 escalones en forma de caracol y un alcance lumínico de 18 millas marinas, lo que equivale a casi 20 kilómetros de distancia, aunque dicen los marinos y navegantes que dentro del agua por la noche pareciera mucho más.

Temporada tras temporada, el faro es visitado por cientos de turistas que llegan desde todos los balnearios cercanos. Es que el lugar merece, por su historia, cambiarlo por un día de playa. No por nada cuando el tiempo no es el mejor o los días amanecen nublados cientos de turistas lo buscan como opción para disfrutar.

Y ahí está el faro, ofreciendo viento, arena en los ojos y una soledad envidiable que atrae a personas muy distintas. Un paseo imperdible que puede comenzar desde el bosque de Mar Azul.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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