Aguas Verdes, con vista al mar

Las opciones para pasarla bien son tantas como personas llegan a la localidad: deportes, paseos y especialidades de la gastronomía local para deleitar el paladar.

Cuando se deja atrás la ruta provincial 11 para ingresar a Aguas Verdes, un conglomerado urbano apacible sorprende por su buena disposición edilicia y los distintos verdes de su vegetación frondosa.

Calles cuidadas con negocios y servicios de todos los rubros nos fueron acercando a la playa de mar tan anhelada. Muchas llevan nombres de naves argentinas conocidas. Observamos la presencia de muchachada joven con mochila al hombro rumbo a alguno de los camping organizados. También cruzamos a familias enteras en sus autos con sombrillas y reposeras sobre el techo.

Algo alentador fue ver que Aguas Verdes se mostraba aseada, con carteles que solicitaban tener en cuenta el medio ambiente. Como ejemplo, para mantener el orden, no se permite llevar mascotas a la costa.

  • Un fogonazo de placer

    Un fogonazo de placer

  • Una combinación perfecta

    Una combinación perfecta

  • Playas inmensas

    Playas inmensas

  • Las olas se sucedían unas a otras

    Las olas se sucedían unas a otras

  • Lo indispensable

    Lo indispensable

El encuentro con las playas fue un fogonazo de placer. La tarde era serena, con buen sol, pero las olas se sucedían unas a otras con una fuerza atronadora. Vimos mucha gente, un colorido en quitasoles e indumentaria playera; la extensión de la zona de arena hacía que nadie se incomodara con su vecino.

Caminamos por el borde del mar hasta encontrar el palacio Duhau, un predio de gran belleza por sus bosques y el castillo que construyera dicha familia en estilo normando.

Los médanos son altos y sugieren un ejercicio de piernas si se los pasa caminando y también como deporte si se elige el sandboard, una tabla muy popular entre los jóvenes.

A la tarde, cuando se regresa de la playa, la consigna es pasar por la panadería o el supermercado para organizar una buena merienda o picada antes de la cena. También, detenerse en alguna de las cafeterías como una “previa” para comer algo rico en sus pizzerías y restaurantes. La gastronomía está presente en las calles céntricas e incita a darse unos gustos.

Sentir el aire fresco durante las caminatas y cabalgar por la playa o en los bosques de Aguas Verdes hace bien al ánimo. Algo para recordar, ya de regreso en casa, después de las vacaciones.

Autor Mónica Pons Fotografo Pablo Etchevers

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