En los alrededores de la plaza central hay otras bellas construcciones. Junto a la catedral funcionó el Senado de la Confederación Argentina, en el edificio que hoy es el colegio Nuestra Señora del Huerto. Allí, en tiempos en que Paraná fue sede del gobierno nacional, trabajó como taquígrafo José Hernández, autor del
En la intersección de Urquiza y Monte Caseros, vemos una construcción muy particular, con una torre, un reloj y un campanario de hierro forjado. Es en donde a partir de 1890 funcionó la Casa del Pueblo, el edificio del Palacio Municipal.
Doblamos por 25 de Mayo hacia la peatonal San Martín y sus galerías comerciales. En la esquina, nuestra atención es robada por dos mascarones de mármol con forma de cabeza de león: es el edificio del Correo Argentino, en cuyo solar estuvo la residencia del general Urquiza.
Un balcón sobre el Paraná Después de comprar unos recuerdos en la peatonal, subimos a la “combi” y hacemos algunas cuadras hasta unas frescas y arboladas barrancas. Cubriendo el desnivel natural que separa la ciudad de la costa, el Parque Urquiza es una extensión de 44 hectáreas de naturaleza, añejos senderos de piedra, escalinatas y fuentes: un balcón verde sobre el vasto y soleado río.
En las playas y complejos que dan a la avenida Costanera, el río es siempre el protagonista. Se puede realizar una gran variedad de actividades como natación,
windsurf, esquí acuático,
wakeboard y paseos en lancha. La costa es muy linda y concurrida y es imposible no distraerse con la belleza y simpatía de las paranaenses.
Hacia el sur, en la zona de Paraná Antiguo, llegamos al Puerto Viejo. Este fondeadero funcionó como puerto de comercio exterior desde 1822 hasta 1904. Aún están las construcciones de lo que fue el antiguo barrial del puerto, con sus molinos, caleras, posadas y fondas.
En el Club de Pescadores, junto al puerto, los devotos del río se abocan a la tarea de robarle alguno de sus exquisitos tesoros. Desde el muelle la pesca es variada, pero si alguien desea capturar los más grandes —el surubí y el dorado— también es posible contratar guías y servicios de embarcado.
La ciudad que ama el río Ya cerca del final, pero aún con muchos deseos de conocer, nos detenemos en uno de los restaurantes de nivel internacional, que se especializa en platos típicos. Después de una opípara comida de río, la “combi” nos lleva hacia la zona del Puerto Nuevo, con sus boliches,
pubs y el corsodromo.
Como broche final para este
tour por la ciudad que ama el río, nuestro vehículo se sumergió casi por debajo de las aguas y realizamos un vertiginoso paseo subacuático por el Túnel Subfluvial Hernandarias que conecta Paraná con la vecina ciudad de
Santa Fe. ¿Qué más se puede pedir?