Es un paseo sencillo. Hay que hacer trámites en la aduana, sentarse y ver-sentir cómo una balsa cruza gente y autos en cuestión de minutos...
La localidad es puerta de entrada a los Saltos del Moconá y ofrece sus calles tranquilas y la amabilidad de su gente siempre dispuesta a ayudar a quien la visita.
Imaginar que en un momento de su cauce un río comienza a caer de costado suena ilógico, como si se tratase de un cuento de ciencia ficción. Este lugar existe y se llama Saltos del Moconá.
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