Vid para creer: Las bodegas de Salta

Es desde hace años un atractivo no sólo para degustar sus varietales, sino también para conocer los secretos de la actividad vitivinícola. El circuito incluye pueblos, paisajes y copas, por supuesto.

Hay tríos inseparables. Salta, la belleza de los paisajes y el buen vino son uno de ellos. Por eso, no extraña que la provincia norteña ya tenga, entre sus tantos atractivos turísticos, una Ruta del Vino compuesta por más de veinte bodegas para recorrer con tranquilidad y deleite.

El circuito comienza en la propia capital y recorre Cachi, Molinos, Angastaco, San Carlos y Cafayate, el punto del paseo ubicado más al sur de la provincia y donde se concentra la mayoría de las bodegas. El trayecto incluye, por supuesto, el Valle de Lerma, la quebrada de Escoipe, la Cuesta del Obispo y los Valles Calchaquíes. De este modo los visitantes pueden conocer los lugares en los que se producen vinos de una calidad reconocida internacionalmente y de un notable sabor.

En Salta se produce el famoso y tradicional torrontés, cuya uva es exclusiva de Cafayate, aunque también se hacen riquísimos Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah y Chardonnay. Cada una de las bodegas que se presenta dentro de la ruta demanda casi una hora para poder recorrerla y conocer los secretos del tratamiento y elaboración de los vinos. De este modo, las visitas permiten reconstruir el proceso que va desde las plantaciones y el ingreso de la uva al establecimiento hasta la molienda y el prensado.

  • Pueblos, paisajes y copas

    Pueblos, paisajes y copas

  • Los secretos del tratamiento y elaboración

    Los secretos del tratamiento y elaboración

  • La inmensa belleza de los paisajes salteños

    La inmensa belleza de los paisajes salteños

  • Amantes del vino

    Amantes del vino

  • De Cafayate

    De Cafayate

  • Completamente artesanal

    Completamente artesanal

En varias bodegas, los turistas pueden incluso ser invitados a aplastar la uva en las cubas bajo la atenta mirada de los trabajadores de la bodega.

Por supuesto que en todos los viñedos también hay tiempo para que los visitantes disfruten del ritual más esperado: la degustación del producto terminado, que en muchos casos se exporta al mundo.


Un poco de historia

La relación entre la producción vitivinícola y la provincia de Salta ya tiene más de tres siglos de existencia. De hecho, fueron las misiones jesuíticas que llegaron a esos lugares las que introdujeron el cultivo de la vid. Ya en el silgo XIX, se sumaron a la tarea unos cuantos aventureros que vieron la posibilidad de aprovechar aquellas tierras, tan magníficamente acompañadas por hermosas montañas de colores, para instalar bodegas.

En las primeras décadas del 1900, en virtud de la experiencia acumulada, los viñeteros comprendieron que, al tratarse de una tierra que se encuentra a más de 1.500 metros de altura sobre el nivel del mar y donde existe una gran amplitud térmica, debían utilizarse cepas más finas para que se consiguieran finalmente vinos de una calidad única en el mundo.

Uno de los tantos atractivos de la Ruta del Vino salteña también es poder adentrarse en bodegas que muestran dónde y cómo se realizaba esta actividad en otras épocas, de una forma completamente artesanal. De hecho, varios de los pueblos que los turistas visitan mantienen una arquitectura colonial, lo cual le otorga al paseo un ingrediente adicional. Como si la inmensa belleza de los paisajes salteños y el increíble sabor de sus vinos no alcanzaran para encantar los sentidos.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Eduardo Epifanio

Tipo de tourTipo de tour: Contemplativo - Bodegas

Ubicación

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