Descubriendo Villa Lago Meliquina

Es un destino nuevo para los turistas pero espectacular para quedarse, ya sea en vacaciones o en cualquier fin de semana largo que marque el calendario.

A pocos kilómetros de la ciudad de San Martín de los Andes se encuentra un paraíso escondido que espera al visitante: Villa Lago Meliquina, una alternativa para disfrutar la magia natural que resume en un solo lugar la forma de sentir y vivir de varios poblados patagónicos.

A veces es cuestión de suerte, de girar en un cruce de caminos y encontrarse con un paraíso perdido en los mapas. Otras, es debido a un dedo que señala y una voz amiga que dice “siga recto por esta ruta, que se encontrará con un sitio de ensueño”. Esto último nos ocurrió la primera vez que visitamos Villa Lago Meliquina, uno de los secretos mejor guardados del corredor de los lagos de la Patagonia argentina.


Una ruta para disfrutar en sí misma

Para visitar Villa Meliquina desde San Martín de los Andes, a solo 36 kilómetros de distancia, basta con tomar la ruta de Los Siete Lagos hasta llegar al control de gendarmería frente al río Hermoso y, una vez ahí, girar por la ruta provincial número 63.
Serpenteando la margen sur del lago bajo la sombra cómoda de los árboles nativos, pasamos frente a los primeros clubes de pesca de la región, establecidos en la zona desde la década del treinta.

  • Un poblado patagónico

    Un poblado patagónico

  • La pesca, un ritual

    La pesca, un ritual

  • La tranquilidad de los bosques

    La tranquilidad de los bosques

  • Un paraíso escondido

    Un paraíso escondido

Mientras recorre el camino, más de una vez el viajero siente el deseo de parar a tomar fotos o de disfrutar de la tranquilidad de los bosques junto al espejo de agua. Finalmente, luego de recorrer los 13 kilómetros de ripio que lo separan de la ruta de asfalto, nos encontramos con el pueblo coronando el final del lago.


El pueblo frente al lago en un marco inigualable

Villa Meliquina se encuentra sobre la cabecera este del lago homónimo, en un pequeño valle y rodeado de montañas. Los primeros pobladores se establecieron en los años ochenta, luego de que los propietarios de esas tierras, la familia Steverlynck, decidieran lotear una parte de su estancia.

Mucha agua ha pasado desde entonces bajo el puente que cruza el río Meliquina y que da acceso a la villa: las pintorescas casas fueron pincelando el paisaje para convertir hoy a la localidad en uno de los lugares más bellos y de mayores proyecciones turísticas en la Patagonia.

De clara filosofía conservacionista, la mayoría de las casas del pueblo utilizan generadores de energía eólica y el concepto de “basura cero” ya es una realidad. Los servicios de la villa tampoco se quedan atrás: existen variadas posibilidades de alojamiento, desde hotelería de 4 estrellas, pasando por establecimientos tipo lodge, hasta complejos de cabañas. Por otro lado, los restaurantes del lugar son conocidos por sus abundantes platos regionales y por la calidad de sus parrilleros.

El marco natural donde se encuentra instalada la localidad es un capítulo aparte. El río Meliquina nace en el lago y recorre la extensión del pueblo dibujando un paisaje inolvidable; es un curso de agua de gran valor deportivo para los amantes de la pesca con mosca. Una joyita: antes de que el sol se esconda, en esos momentos en que todo se pinta de amarillo, el viajero no debe perderse el baile sincronizado de las truchas arcoiris que muestran su brillo mientras se alimentan durante las eclosiones de insectos.


Otras alternativas, la misma magia

Mientras descansábamos en un verde jardín de uno de los restaurantes de la villa, uno de los pioneros del pueblo nos indicó gentilmente algunas opciones para agregarle color a nuestra estadía: desde Villa Meliquina y siguiendo por la ruta 63 se pueden realizar varias excursiones como la visita del lago Filo Hua Hum (ubicado solo a 20 kilómetros del lugar), Casa de piedra (un paisaje sobrecogedor de formaciones rocosas que alberga una cueva antiguamente ocupada por los primeros habitantes de la zona) y el río Caleufú, una excelente opción para pasar el día disfrutando de sus pozones, de sus rápidos y para pescar truchas.

Por eso, hay que seguir este consejo de viajero: no se olvide de Villa Lago Meliquina, uno de sitios más bellos de la Patagonia.

Autor Matías Castro Sahilices Fotografo Matías Castro Sahilices

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