Paseo color colorado

La caminata se realiza sin mayores esfuerzos y permite ver las montañas en detalle; si se elige un horario adecuado, se aseguran las mejores fotos de las vacaciones.

Uno de los paseos tradicionales de Purmamarca es conocido como Los Colorados e indica de antemano qué encontraremos: todas las tonalidades de ese color que podamos imaginar y, seguramente, alguna más. Solo hay que descubrirlas.

Luego de una noche fantástica en el hotel, donde imperó el silencio y una temperatura baja en relación al día anterior, salimos con gran ímpetu para caminar por el paseo de Los Colorados. Lo encontramos con facilidad ya que existen carteles indicadores en los dos extremos del pueblo. Comenzamos a andar lentamente, como se acostumbra en altura.

Aconsejados por la gente del lugar, elegimos la mañana para aprovechar la hora más fresca pero también las mejores luces perpendiculares del sol que influyen en la coloración del ambiente y, en especial, de las rocas.

  • La caminata

    La caminata

  • Un horario adecuado

    Un horario adecuado

  • Un fenómeno natural, impactan por su rusticidad

    Un fenómeno natural, impactan por su rusticidad

  • Todas las tonalidades de ese color

    Todas las tonalidades de ese color

“Buen día”, “Hola”, “¿Qué se ve más adelante?”, fueron los saludos informales con quienes nos fuimos encontrando en el circuito. En cada vuelta del recorrido descubrimos las distintas gamas rojizas que aparecen en vetas o capas minerales dentro de la piedra de las paredes laterales.

El sendero pasa por detrás del Cerro de los Siete Colores, zigzaguea y siempre se presenta plano, sin desniveles. Es de ripio, árido y con poca o escasa vegetación rastrera; solo encontramos algún cardón, especie de cactus en extinción junto a los que nos tomamos una foto al paso. Abrimos bien los ojos para no perder detalles de las capas rústicas que conforman las rocas, como también los matices intensos de la escala tonal de cada una de ellas. A su vez, el cielo jujeño acompañó con su celeste vivo como para no ser menos que las montañas.

Cuando ya llevábamos la mitad del paseo, encontramos un desvío también de piedra, que luego de una trepada pequeña nos dejó en un punto más alto. Un mirador nos permitió ver el entorno en 360 grados y, si bien desde allí no vimos el pueblo, valió la pena observar todo en conjunto.

Mientras se camina solo es necesario estar alerta y mirar para no perderse nada. Las formaciones son el resultado de millones de años de acumulación de sedimentos lacustres y fluviales y, al ser un fenómeno natural, impactan por su rusticidad. Con nuestros sentidos atentos, imaginamos figuras diversas mientras nuestro cuerpo hacía un ejercicio tonificante o se relajaba, de acuerdo al ritmo que le imprimíamos.

Purmamarca atrapa en cuanto uno llega a ella por sus cerros coloridos y la sencillez de su gente. Solo pernoctando allí se descubre su esencia, esa que no se percibe en un primer golpe de vista. El paseo Los Colorados nos dio ocasión de valorar colores, aromas y movimientos que se produjeron a cada hora del mismo día.

Autor Mónica Pons Fotografo Pablo Etchevers

Ubicación


Que hacer en Purmamarca

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