La casa de Horacio Quiroga

El autor del famoso Cuentos de la Selva vivió en Misiones, en medio de su locura, su pasión por la literatura y, por supuesto, su amor por la magia de este rincón misionero. Aquí, su casa y la leyenda.

De chico, cuando apenas tenía diez años, tuve la suerte de conocer este lugar único en el mundo. Único porque basta con llegar hasta allí para empezar a entender la literatura de Horacio Quiroga, rodeada de seres reales, seres mágicos, ficcionales y literarios que le deben mucho o casi todo a esta bella selva.

Me habían quedado un par de imágenes en la memoria, esas que el correr del tiempo magnifica e incluso degenera o agranda, pero que sirven para ir moldeando la personalidad de un adulto.

“La gallina degollada” fue el cuento que más me sedujo como niño, tanto por la verosimilitud y lo irracional del relato como por las imágenes que pueden verse colgadas en un par de cuadros que forman parte de una pequeña casa-museo que hoy guarda parte de los muebles y objetos del escritor.

  • Su casa y la leyenda

    Su casa y la leyenda

  • Un catre que oficiaba de cama

    Un catre que oficiaba de cama

  • Algunas de sus pertenencias

    Algunas de sus pertenencias

  • La casa del escritor

    La casa del escritor

Desde la diminuta San Ignacio (la misma de las ruinas jesuitas) surge un camino angosto de tierra colorada y de selva a ambos lados que, luego de serpentear por casi todo el pueblo, nos deposita en la casa de Horacio Quiroga, tal como señala el cartel que avisa al visitante.

Allí, sentada en una vieja silla de madera y apoyando sus codos sobre una gastada mesa-escritorio, una amable señora es la encargada de esperar a los visitantes para contarles la historia y mostrarles los secretos de la casa.

La casa, la verdadera casa, se quemó hace un par de años y fue reconstruida por un grupo productores que filmaron allí una película. Levantaron de manera casi perfecta la misma construcción que levantara Horacio Quiroga con sus propias manos.

A metros de esta casa reconstruida se encuentra una minúscula construcción, totalmente original, que utilizaba Quiroga para escribir y pasar parte de su tiempo; hoy alberga algunas de sus pertenencias. Su maquina de escribir y su escritorio se observan a primera vista, al igual que un catre que oficiaba de cama en sus épocas de gloria para los huéspedes que lo visitaban.

Pero entre los detalles que sobresalen del resto, aparecen algunas rarezas como por ejemplo una importante colección de mariposas disecadas y el cuero de una gran víbora que el mismo escritor mató, cuereó y disecó para exhibirla como trofeo y para dejar una huella de cómo la vida y la muerte son parte de la cotidianeidad en la selva.

No por nada sus Cuentos de amor, de locura y de muerte no sólo forman parte de las bibliotecas de las escuelas de todo el país, sino que enseñaron a alumnos de otras regiones de Argentina a comprender qué significa Misiones, su selva y por sobre todo su particular filosofía de vida.

“La casa de Horacio”, como la nombraban sus amigos, o “La casa del escritor”, como le decían incluso quienes no entendían por esos años su arte o su manera de vivir, continúa siendo un lugar único.

Pasaron casi 30 años desde que quien escribe era chico y la magia continúa intacta. Conocer este lugar, caminar por sus jardines y perderse un rato entre los laberintos de caña tacuara que van mostrando al visitante distintos momentos de la vida del escritor es algo que no puede dejar de realizarse en la ciudad de Puerto Iguazú.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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