Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo

Apenas 150 millones de años atrás, el período jurásico presentaba densos bosques con gigantescos árboles, algunos de ellos parientes de los pehuenes o araucarias, en un clima estable de gran humedad.

Pero al iniciarse el cretácico, los movimientos tectónicos que provocaron el levantamiento de la cordillera y coincidieron con las erupciones volcánicas, terminaron sepultando varias extensiones de tierra patagónica. Entre ellas, muchos bosques que, al quedar cubiertos de cenizas, iniciaron el proceso de petrificación. Pasado el tiempo, el viento y la lluvia descubrieron algunas zonas de estos bosques petrificados, entre los que se destacan las araucarias, que alcanzan los 35 metros de largo y 3 de diámetro, probablemente los más grandes que se conocen en la Argentina y en el mundo.

En 1954, se los declara Monumento Natural, con el fin de proteger uno de los mejores exponentes de bosques petrificados de nuestro país. Posee un área de 15.000 has en el noroeste de la provincia de Santa Cruz, a 135 km de la localidad de Jaramillo. Asimismo, la Administración de Parques Nacionales ha adquirido dos estancias colindantes y se están realizando gestiones que permitirán incluirlas al espacio protegido, ampliándolo a casi 60.000 hectáreas.

El 27 de diciembre de 2012 se promulgó la Ley 26.825 mediante la cual se creó el Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo.

  • Parientes de los pehuenes o araucarias

    Parientes de los pehuenes o araucarias

  • La vasta ecorregión de la Estepa Patagónica

    La vasta ecorregión de la Estepa Patagónica

  • El notable banco de flora fósil

    El notable banco de flora fósil

  • El resultado de largos procesos de transformación

    El resultado de largos procesos de transformación

El relieve, sumamente ondulado, está circundado por altas mesetas. Al sudoeste, los cerros Madre e Hija, con sólo 400 m de altitud y de contextura basáltica, fruto de las prehistóricas actividades volcánicas, reinan sobre el paisaje presentando el aspecto de un morro.
En el sector más bajo, la laguna Grande, de escasa profundidad, aparece y desaparece según las condiciones climáticas. Su formación se origina por la acumulación de agua de las pocas pero intensas lluvias, y sufre una rápida evaporación debido a la impermeabilidad del suelo, a la gran exposición solar y al continuo viento.


La mirada de medusa

Lejos de los mitos, la petrificación, así como otros fenómenos naturales, es el resultado de largos procesos de transformación y de confluencia de múltiples factores.
Volvemos a ubicarnos en el período jurásico medio, cuando los volcanes convulsionaron el cálido y húmedo ambiente patagónico. Las sucesivas lluvias de cenizas y los tempestuosos vientos, súbitamente fueron tapando los árboles y otros organismos vivientes, permitiendo su conservación a lo largo de milenios.
Luego las precipitaciones, cargadas de sales de silicio, atravesaron las cenizas y penetraron en los tejidos vegetales iniciando el proceso de sustitución. De este modo, la materia orgánica fue reemplazada por materia inorgánica mineral, proceso que se conoce como mineralización o petrificación.

Lo más sorprendente es que los árboles quedaron fosilizados en el mismo lugar donde transcurrieron toda su vida, encontrándose ejemplares con sus raíces y la parte basal del tronco parado, además de otros orientados de este a oeste. Por esta razón, recibió la denominación de bosque petrificado. Se lo considera único en el mundo porque los demás yacimientos, ubicados en distintas regiones, fueron arrasados tanto por los ríos como por los glaciares.
Según los estudios, la edad estimada de algunos ejemplares rondaría los 1000 años antes de la petrificación, a los que se les debe sumar los 150 millones de años hasta nuestra época.


Desolación

La estepa patagónica presenta en esta región su vegetación típica, que apenas tapiza el suelo, adquiriendo la apariencia de un desierto. Es tanta la aridez del suelo que verdaderamente sorprende la adaptación de la flora a condiciones ambientales tan adversas. La vegetación rala y achaparrada, de muy diversa posición taxonómica, toma formas compactas y semicirculares, cubierta por una espesa cutina que disminuye la evaporación. Bajo este aspecto, si el invierno tuvo importantes precipitaciones de agua o nieve, en primavera se distinguen por su hermosura cactáceas de grandes flores anaranjadas y varios géneros de margaritas de colores amarillos y, más raros, blanco-rosados. Si, en cambio, la estación invernal fue seca, el proceso se invierte: no hay germinación ni rebrote y, en consecuencia, no se desarrolla la flora.

Sobre los cañadones crecen arbustos que llegan hasta los 3 m de altura como molles, duraznillos, coirones amargos, algarrobos patagónicos, matas negras, colapiches y calafates, entre otros.
En los ambientes de humedad casi permanente como los pequeños mallines crecen los juncos y, en áreas más desérticas, sólo proliferan algunos líquenes y arbustos chicos de hojas reducidas.

Cercanas a los senderos de araucarias petrificadas, pueden verse pequeñas manadas de guanacos. La población de estos herbívoros está íntimamente ligada a la disponibilidad de vegetales, porque los largos períodos de sequía ocasionan una gran mortandad entre estos animales. A su vez, son perseguidos por los estancieros de la zona, argumentando que compiten con el ganado doméstico en las pasturas y el agua.
Otro mamífero herbívoro es la mara o liebre patagónica, desplazada en parte por la liebre europea, que también habita el territorio del Monumento Natural Bosques Petrificados.

Entre los depredadores encontramos al gato montés, el gato del pajonal y el puma, a los que los hacendados acechan por considerarlos un fuerte impacto sobre el ganado. Los zorros grises y colorados son los carnívoros menores del área, muy codiciados por sus pieles. También habitan el lugar el zorrino y pequeños cavadores como el piche patagónico, los chingolos y las lagartijas de variadas tonalidades.
Las aves que alberga la región son el choique o ñandú petiso, símbolo de las aves corredoras australes, perdices como la copetona y el keú patagónico, el carancho, el águila mora y otras especies típicas de los arbustales de la estepa como el patagón y el coludito de cola negra.

En tiempos prehistóricos, existían poblaciones de cazadores-recolectores que, favorecidos por la diversidad de microambientes del área, disponían de recursos en espacios accesibles con cortos desplazamientos: agua durante todo el año, resguardo, leña, buena visibilidad y animales como guanacos y choiques para la cacería. La abundante disponibilidad de rocas para tallar, les permitía confeccionar distintos elementos. Se hallaron numerosos asentamientos, picaderos o talleres, campamentos base, enterratorios y canteras para la extracción de materias primas, entre ellas, la madera fósil que era seleccionada para la fabricación de instrumentos de piedra.

Parque Nacional Bosques Petrificados
(9053) Jaramillo - Dpto. Puerto Deseado - Santa Cruz - Argentina.

Fuentes bibliográficas:
Erize, F.; Canevari,M.; Canevari, P.; Costa,G. y Rumboll, M. "Los Parques Nacionales de la Argentina y otras áreas naturales" Ed. INCAFO. Madrid, 1981.
Página oficial de la Administración de Parques Nacionales www.parquesnacionales.gov.ar

Autor Karina Jozami Fotografo Parques Nacionales - Fotógrafo: F. Moschione

Cómo llegarCómo llegar: La entrada al área protegida se encuentra sobre la Ruta Nacional Nº 3, a mitad de tramos entre las localidades santacruceñas de Caleta Olivia, al norte, y Puerto San Julián, al sur. A la altura del Km 2063, se desvía a la Ruta Provincial Nº 49 y, luego de recorrer 50 km, se llega hasta la seccional de guardaparques del Monumento Natural Bosques Petrificados.
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