Monumento Natural Ballena Franca Austral

Una de las experiencias más sobrecogedoras que los argentinos tenemos el privilegio de apreciar en nuestras costas marítimas: el avistaje de la ballena franca austral.

La ballena franca austral es una especie considerada en peligro de extinción, razón que llevó al gobierno nacional a declararla monumento natural en 1984. Las aguas territoriales de nuestro país son uno de los pocos lugares de reproducción de estos magníficos cetáceos.

La ballena franca habitaba una amplia franja que va de los 20º a los 60º de latitud en los océanos Pacífico norte, Atlántico norte, Atlántico sur, Índico sur y parte del Pacífico sur. Existen dos especies de ballenas francas: la del hemisferio norte y la del hemisferio sur, que no entran en contacto porque no sobrepasan las aguas de la zona ecuatorial.

El origen de su nombre debemos rastrearlo en la historia. Desde siempre, ocuparon el triste primer lugar entre las especies cazadas. Mucho antes del siglo XII, franceses y españoles, en precarios botes a remo, las perseguían y mataban con arpones impulsados por la fuerza de sus propios brazos. Ya en los siglos XVIII y XIX la explotación llegó a tal punto que la ballena franca de los mares del norte fue prácticamente extinguida. Frente a su merma, las flotas balleneras, en especial las inglesas y norteamericanas, apuntaron su proa hacia las aguas del sur, comenzando a diezmar las poblaciones francas australes.

  • Dueñas del mar - Foto: Secretaría Turismo de la Nación

    Dueñas del mar - Foto: Secretaría Turismo de la Nación

  • Avistaje de la ballena franca austral

    Avistaje de la ballena franca austral

  • Península de Valdés

    Península de Valdés

  • Curiosas y tranquilas

    Curiosas y tranquilas

  • Hábitos costeros

    Hábitos costeros

El particular ensañamiento con estos ejemplares se debe a la facilidad para atraparlas, porque este tipo de ballenas es un animal muy lento y una vez muerto flota, para suerte de sus cazadores, a diferencia del resto de estos mamíferos a los que deben inyectarles aire para evitar su hundimiento.
Si a ello le sumamos su alto rendimiento, que equivale en un solo individuo a 40 barriles de aceite, esto es cerca de 7.200 litros, bien vale la denominación en inglés de "right whale" es decir: la ballena correcta para cazar. En español, se utilizó la opción léxica "franca" como traducción de "right".

Al considerar su trágica disminución poblacional, el gobierno nacional le otorgó el grado de protección máxima al nombrar monumento natural a todas las ballenas francas que se registren en aguas jurisdiccionales de la Nación.
Se estima que, antes de iniciar las cacerías, existían cerca de 100.000 ejemplares de ballena franca. Por su matanza y la lenta recuperación del grupo, debido a que las hembras sólo tienen cría cada tres años, la ballena franca es, de las once especies actuales de ballenas, la que mayor riesgo de extinción sufre.
En la actualidad, se calcula que existen unos 3000 individuos, de los cuales el 20% (aproximadamente 600 ejemplares), se han registrado en aguas argentinas, convirtiéndose en la población más numerosa que existe en el mundo.


Curiosas dueñas del mar

Todos los años, en invierno y en primavera, una gran cantidad de ballenas francas se acercan al litoral marítimo atlántico, principalmente a las corrientes marinas de Caleta Valdés y de los golfos San José y Nuevo, vecinos a la Península de Valdés, en la provincia de Chubut. Este es el tiempo de llegarse a nuestras costas y encontrarse con estos gigantes, que plácidamente concurren a la cita.
Las ballenas son mamíferos adaptados perfectamente al medio marino que les sirve de hábitat. En este proceso han perdido casi toda su cobertura pilosa, que poseía su antepasado terrestre, y que todavía conserva en la punta del hocico y en la mandíbula inferior. Se cree que la función de sus pelos, con una longitud de 12 ó 14 mm, es sensitiva.
En general, las ballenas francas australes alcanzan de 30 a 40 toneladas de peso. Las hembras adultas miden un promedio de 13 metros, aunque se han divisado ejemplares de 16 metros. Los machos son más cortos: llegan a medir hasta 12 metros.

Poseen dos características exclusivas, que las distingue de las demás especies de mayor porte:
-La primera, es su manera de exhalar el aire en forma de "V" que puede levantarse a 4 m de altura. Espirar de este modo responde a los dos orificios respiratorios externos o espiráculos, que se ubican en la parte superior y posterior de la cabeza, y que se cierran herméticamente al sumergirse, para evitar el ingreso de agua a las vías respiratorias. El aire, expulsado violentamente, se condensa por la diferencia de temperatura y dibuja dos columnas en V, hecho que dio origen a la creencia de que las ballenas lanzaban chorros de agua. Esta forma de soplido facilita la identificación de la especie a mucha distancia y sin necesidad de ver a los animales.
-El segundo rasgo distintivo tiene que ver con la formación de callosidades, que son áreas de piel elevadas de 5 cm de grosor aproximadamente, de consistencia córnea, situadas en distintas partes de la cabeza. La distribución, dimensión y forma de los callos varían de una ballena a otra pero no cambian con el crecimiento. Funcionando como nuestras huellas dactilares, identifican a cada animal durante toda la vida. Estas callosidades, desarrolladas en la etapa fetal y de color gris oscuro, presentan densas poblaciones de pequeños crustáceos anfípodos llamados ciámidos (piojos de las ballenas) y en algunas ocasiones se intercalan con cirripedios (dientes de perro), que hacen que las callosidades luzcan blancas, amarillas, anaranjadas o rosa claro. Normalmente, se reparten a lo largo del margen superior del labio inferior, mandíbula, superficie dorsal del rostro y sobre los ojos. El callo de mayor importancia por su tamaño es el "bonete", ubicado en la punta del hocico.

Además de estas callosidades, las ballenas presentan una piel lisa, elástica y de color negro que a veces está moteada de pardo y gris, con manchas dorsales y ventrales blancas de distinta forma y tamaño. La epidermis, más clara en las crías o ballenatos, recubre una gruesa capa de grasa, de 14 a 36 cm de espesor, que funciona como protección para las bajas temperaturas de los mares australes.
La cabeza de estos mamíferos ocupa el 25% del largo total de su cuerpo. Dentro de su boca de forma curva, la mandíbula superior sostiene unas 260 placas o barbas córneas llamadas originariamente baleen, de donde se deriva el nombre en castellano de ballena. Estas barbas llegan a medir unos 2,50 m de largo. Cuando las ballenas se alimentan, sirven de filtros o coladores para retener su comida principal: el krill. Este pequeño camarón es un microorganismo que forma bancos y que la ballena ingresa a su cavidad bucal junto con el agua, que después es expulsada hacia el exterior a través de las barbas.

Curiosas y tranquilas, las ballenas francas nadan lentamente por las frías aguas, con una velocidad máxima de 9 a 11 h. Sus saltos y golpes en el agua con las aletas y la cola cumplirían la función de comunicarse o de jugar con sus pares. Quién sabe... nos gustaría pensar que lo hacen también para nosotros, que las miramos maravillados.


Procrear: milagroso acto de la naturaleza

Ninguno de los comportamientos de estas grandiosas ballenas pasa desapercibido, ya sea para estudiosos como para aficionados. Pero sin lugar a dudas, el apareamiento de las ballenas constituye un verdadero fenómeno natural. Es una suerte de ritual, en el que intervienen una hembra y hasta siete machos. Ella se rehúsa a ser copulada, colocándose vientre arriba. Entonces, dos o más machos tratan de darla vuelta con sus cuerpos, para que uno del grupo pueda lograr la cópula. El éxito se logra también cuando la hembra debe darse vuelta para poder respirar, momento que los machos esperan a su alrededor. En el cortejo, que puede durar desde pocos minutos hasta varias horas, es factible que todos los machos logren su cometido.

La gestación dura 12 meses y, por el mismo tiempo, la hembra amamanta a su ballenato, que en el momento de nacer mide 5,5 metros. Cuando llegan a su madurez sexual, a los 5 ó 6 años de edad, las hembras con capacidad de reproducción regresan cada tres años al área de Península de Valdés, en busca de aguas seguras y tranquilas, para parir una sola cría. En cambio, los machos vuelven todos los años a la zona, encontrándose en los meses de octubre y noviembre la mayor concentración: de 350 a 400 ballenas. Esto hace que Península de Valdés sea el área de cría más importante del hemisferio sur.
Al terminar la temporada de cría, las ballenas comienzan su migración anual en busca de comida. Sin embargo, sus recorridos hasta hoy se desconocen. Algunos investigadores suponen que se acercan a las Islas Georgias, persiguiendo los bancos de krill, pero otros científicos aseguran que se dirigen a mar abierto, entre el continente africano y el sudamericano.

A raíz de sus hábitos costeros, muy especialmente en su época reproductiva, las ballenas francas australes se vuelven muy vulnerables al deterioro de su ambiente, originado por la contaminación de las aguas e inclusive por el ruido de las embarcaciones a motor.
En la actualidad, la creciente polución que soporta el Golfo Nuevo amenaza a las ballenas que frecuentan sus costas. Como resultado del desarrollo de la ciudad de Puerto Madryn y de la fábrica de aluminio ALUAR, que producen una gran cantidad de residuos sólidos, líquidos y gaseosos, la contaminación afecta la calidad de las aguas. Y sin un tratamiento integral de estos desechos, el peligro se extiende a numerosas especies animales y, por ende, a la industria turística, pilar de la economía de esta región.

Si bien Península de Valdés es el lugar privilegiado de reunión y, en consecuencia, donde más chances tenemos de poder apreciarlas, por sus características migratorias las ballenas francas australes se desplazan a lo largo de todo el litoral marítimo. Ya sea desde las costas o desde embarcaciones se llegaron a observar ejemplares en Mar del Plata, Bahía Blanca, Tierra del Fuego, Georgias del Sur e Islas Malvinas.

Fuentes bibliográficas:
Página oficial de la Administración de Parques Nacionales www.parquesnacionales.gov.ar

Autor Karina Jozami Fotografo Jorge González

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