Historia de Junín de los Andes



En épocas prehispánicas, los mapuches y los tehuelches habitaban estos territorios y vivían de lo que la naturaleza les proveía. Allí rendían culto a la tierra (mapu) y a Dios (Neguenechén). Con el avance de tropas militares comandadas por el general Roca llegaron los blancos a esta zona, quienes se enfrentaron a los nativos en una descarnada lucha por la soberanía. Al lugar donde hoy se encuentra la ciudad de Junín de los Andes arribó el ejército en 1882, en un avance que dejó un tendal de muertos de los dos bandos. El terreno era una depresión llamada por los nativos Yconiyén (Valle de los Chacayales) o Cum Cum Niyeu. Un año más tarde partió una nueva misión encomendada especialmente por el cardenal Cagliero, quien había decidido evangelizar a los nativos de la zona. El fortín que sentó las bases de lo que hoy es Junín de los Andes fue levantado por estas expediciones y su lugar de emplazamiento fue elegido por el sargento Vidal, a quien se considera por lo tanto fundador del lugar. En sus comienzos el poblado se iba a llamar General Frías pero finalmente adoptó el nombre que tiene hoy (“Junín” deriva del vocablo aymará “hunins”, cuyo significado es “pastizal”). Con este fortín se creó un lugar más reconocido como puesto militar que como poblado, hasta que hicieron su llegada Domingo Milanesio y Juan Ruggerone en 1892, dos curas salesianos que instalaron allí su misión. En 1895 se fundó la casa salesiana, que contaba con dos colegios para niños nativos donde se los proveía de alimento, se les impartía educación y se los evangelizaba. Así, de a poco, este lugar fue adoptando su forma de poblado, hasta transformarse en lo que es hoy: un próspero centro ganadero del Neuquén con una de las Sociedades Rurales más importantes de la zona (cuya fundación data del 1933). No puede hablarse de Junín de los Andes sin hacer alusión a su cercanía con el volcán Lanín. En 1933, Laroute y Howart ascendieron y quien lo hizo en varias oportunidades fue don Vidal Pérez, que fue distinguido por ello como ciudadano ilustre y a quien una de las pobladoras del lugar le ha dedicado un libro. El nombramiento oficial de esta ciudad, que atrae hoy a muchísimos turistas gracias a su tranquilidad y sus bellezas naturales, tuvo lugar en 1945, junto a San Martín de los Andes y Cutral-Có, convirtiéndose así en la localidad de mayor antigüedad del Neuquén.

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