Cariló, el bosque, calles y paseos

A simple vista, el bosque parece tener una vida propia, más allá de la presencia del hombre. Ocultos aparecen paseos imperdibles, llenos de duendes, gnomos y mucha magia.


Arte y construcción

Es tal la sutileza con que se han realizado las construcciones dentro del bosque que por momentos sólo se ven pinos y más pinos, y apenas se divisan algunas casas ocultas entre los árboles. Este respeto por la naturaleza (que se impuso desde el comienzo y que aún hoy continúa siendo un lema prioritario) ha logrado hacer de Cariló un lugar único y respetable, donde el visitante sabe de antemano con qué se va a encontrar.

Desde la entrada principal de tierra y arena, miles de pinos dan la bienvenida. Es que el punto de encuentro o llegada no es otro que el centro comercial de la pequeña villa, que es donde apenas se divisa la congestión humana.

Este centro comercial, que ha crecido notablemente en los últimos años, logra mantener el espíritu desde su creación, con lo que da vida a nuevos paseos que, respetando el mismo estilo patagónico-marino, dan luz y magia a la oscura noche del bosque.

  • El bosque parece tener una vida propia

    El bosque parece tener una vida propia

  • Estilo patagónico-marino

    Estilo patagónico-marino

  • Respeto por la naturaleza

    Respeto por la naturaleza

  • Renovado Centro Comercial

    Renovado Centro Comercial

  • Un clásico

    Un clásico

  • Bienvenida...

    Bienvenida...

Desde cafés y heladerías hasta paseos de compras y supermercados, locales de servicios o artesanías, todo es posible en Cariló. Y con categoría, palabra que desde su fundación caracterizó al balneario.

Tanto de día como de noche, el bosque en forma ordenada ofrece la posibilidad al visitante de satisfacer todas sus necesidades, además de proveer los espectáculos y entretenimientos necesarios para ocupar su tiempo ocioso.


Entre calles y paseos

Si bien las avenidas Divisadero y Boyero son las más transitadas e importantes, calles como Castaño, Avellano, Calandria, Casuarina y Cerezo se encargan de encerrar junto a las primeras la mayoría de los paseos y comercios más tradicionales.

Apenas se llega a Cariló, la presencia de la confitería La Verbena (sí, la que hace mucho tiempo tenía ovejas pastando en su techo de pastos verdes) nos remite a un clásico que aún se mantiene vigente.

El Paseo de las Victorias, Las Alondras, Cariló Plaza, el Paseo del Manzano, el viejo patio de la pulpería, el patagónico Paseo Epuyén, el concurrido Paseo de las Terrazas, el Paseo de la Aldea, el Paseo de los Avellanos, los modernos y llamativos Arcos, el Paseo la Horqueta y la Feria del Bosque son, junto al viejo pero siempre renovado Centro Comercial, los lugares que año a año atraen a los visitantes llegados de todas partes del bosque.

Té y café, acompañados de las más exquisitas tortas artesanales de chocolate y frutas caseras producto de una repostería propia de la zona, aseguran a la hora de la merienda lugares de encuentro para todas las edades.

Basta con que el viento del mar indique la finalización del horario de playa para que comiencen a encenderse las bombitas y farolitos de las distintas cabañas, aparts y comercios.

En ellos, además de recuperar energías, es posible perderse detrás de sus probadores en busca del pulóver perfecto o incluso de la prenda ideal para ir a un lujoso restaurante. O bien comprar aquellos víveres necesarios para internarse nuevamente en el bosque a mirar las estrellas puertas adentro junto a un asado. Mañana será otro día.

En Cariló todo vale y, si de pasear se trata, nadie se queda fuera de los paseos. Los hay para todos los gustos.

Autor Pablo Etchevers Fotografo Pablo Etchevers

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