Ponchos al sol

En Seclantás, los tejedores de ponchos muestran con orgullo finísimas prendas de gran valor artesanal, perpetuando la tradición de sus mayores y transmitiéndola a sus hijos.

Luego de muchos kilómetros de tierra, en un sitio impensado, apareció ante nuestros ojos un pequeño grupo de casas de ladrillos de adobe que repetía el color de la tierra de la zona. Perdido en la montaña, todo era polvo y silencio.

Iniciamos este recorrido en Cafayate y nuestro destino era el camino de los artesanos, o El Colte, en Seclantás. Un viejo cartel verde nos confirmó que habíamos llegado y decidimos consultar con un parroquiano. Gracias a su índice dirigido hacia una calle de tierra, encontramos algunos artesanos en casas de patios amplios y chicos jugando en el barro.

Llamamos con un golpe de manos en la casa de la familia Benavides. En el fondo del patio, debajo de un techito hecho con cañas, percibimos la presencia de una tejedora. Pedimos permiso para ver cómo era el trabajo en telar y nos condujeron hasta ella. La señora había preparado la urdimbre del telar y comenzaba el paso de los hilos en sentido contrario para formar la trama.

  • En los patios de sus casas

    En los patios de sus casas

  • El camino de los artesanos

    El camino de los artesanos

  • Tejedores al frente de enormes telares

    Tejedores al frente de enormes telares

  • Ponchos, mantas y frazadas

    Ponchos, mantas y frazadas

  • Familia telera

    Familia telera

  • Todo está allí a merced del sol y la naturaleza

    Todo está allí a merced del sol y la naturaleza

  • Ovillando la lana

    Ovillando la lana


Manos a la obra

Sentada detrás del largo telar de madera montado directamente en el piso de tierra, manejaba una tablita de madera situada en la parte superior. La hacía subir y bajar manualmente para separar las hebras y pasar la lanzadera con la lana. Después, apretaba el tejido con otra madera del ancho del telar para que quedara firme.

Preguntamos sobre el origen de la lana, a lo que contestó que compran lana de oveja o llama y luego la hilan, tiñen y tejen en el telar. No tenían animales. El teñido se realiza en caliente con tintes naturales y utilizan limón como mordiente para que el color se adhiera y no destiña. Las prendas se terminan con un planchado hecho con plancha a carbón.

Nos invitaron a ver ponchos, mantas y frazadas ya confeccionados y quedamos impresionados por la calidad de las prendas. Lo que más se vende es el poncho. El valor de cada prenda depende de los dibujos de las guardas, el tamaño y la dificultad del tejido. Después de agradecer la bienvenida, nos despedimos de ellos y seguimos nuestro camino.

Continuamos por esa calle y encontramos un tejedor haciendo su trabajo a la vista. Estaba preparando la urdimbre, o sea colocando hilos a lo largo del telar de madera en forma paralela para luego disponer los otros hilos en sentido contrario.


Familia telera

Se presentó como Arnaldo Guzmán. En una mesa larguísima en medio del patio, tenía en exposición todos los trabajos listos. Mantas, varios ponchos con distintas guardas y colores, caminos de mesa, todo está allí a merced del sol y la naturaleza. Rara vez llueve por estos lares y es por eso que el patio es el lugar habitual de la familia.

Tejen a partir de lana de oveja hilada. El color amarronado lo da el teñido hecho con cáscara de nuez. También tejen lana de llama, que es más suave al tacto, más delicada. En una cuerda colgaban varios manojos de lana que habían sido teñidos y debían esperar a que el sol los secara totalmente antes de ser usados.

Allí vimos los ponchos tradicionalmente salteños con su corbata tipo moño de color negro en la abertura del cuello. Pero no eran los únicos. Se van agregando nuevos diseños en la medida en que sus compradores lo solicitan.

Arnaldo nos dice que, “mientras yo tejo en el telar, mi señora prepara los hilos, los tiñe, seca y peina. Las terminaciones, como los flecos en caso que la prenda los lleve, y el planchado final también están a su cargo. Hasta mis hijos más pequeños ayudan ovillando la lana y ordenando las piezas ya terminadas. Todos tienen una tarea asignada”.


Heredando secretos

Arnaldo aprendió siendo chico de su papá los secretos del tejido con telar y este a su vez del suyo. Por eso Arnaldo y su señora, con sus 30 años de edad, quieren que sus hijos comiencen desde la niñez. La hijita de 5 años ovilla; Malen, con sus 9 años, tiene su propio telar en miniatura: teje cinturones y piezas chicas pero con las mismas guardas que hace su papá.

Cuando ya estábamos por irnos y a manera de despedida, Arnaldo preguntó cuál era nuestro lugar de residencia: San Martín de los Andes, en la provincia de Neuquén, fue la respuesta. Sorprendido, Arnaldo nos mostró un excelente poncho que había tejido por encargo de un señor de nuestra ciudad. Chico es el país y qué bueno esto de intercambiar artesanías y culturas de una punta a otra del mapa.

Tierra con historia de incas, españoles y nativos calchaquíes, Seclantás tuvo un rol importante como punto de reunión de patriotas aliados al Gral. Belgrano cuando lo vencieron en Vilcapugio y Ayohuma.

La cercanía de Seclantás con el rio Calchaquí le permite tener una economía rica en plantaciones de vid, alfalfa, maíz, etc. Pequeñas bodegas familiares producen los exquisitos vinos patero y mistela. Su centro es sencillo pero muy bien organizado. Casas de adobe, con amplias galerías, techos de caña y la posibilidad de realizar excursiones para la pesca del pejerrey o simplemente para hacer caminatas al atardecer.

Autor Mónica Pons Fotografo Eduardo Epifanio

Tipo de tourTipo de tour: Contemplativo
Cómo llegarCómo llegar: Desde la ciudad de Salta, por Cachi, rutas provinciales 68 y 33 y luego la nacional 40 (por El Colte). Total: 186 kilómetros.
Desde Cafayate, ruta nacional 40. Total: 133 kilómetros.

Ubicación

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