Anisacate

Anisacate

Fiel exponente del paisaje serrano del valle de Paravachasca, Anisacate creció como villa de veraneo de los habitantes de la ciudad de Córdoba. Cuarenta y siete kilómetros la separan de ella y diez, de la vecina Alta Gracia.

El zigzagueante río Anisacate sortea el pueblo y sus playas y balnearios son el centro de atracción durante la época estival. Sus aguas claras y poco profundas, y orillas con vegetación abundante que cobija de los fuertes rayos de sol imperantes, son ideales para el descanso y la contemplación.

Es una villa para conocerla a pie y descifrar sus orígenes; algunos sectores aún conservan las acequias que llevaban agua a las estancias jesuíticas. Sus habitantes son gente pausada y los que llegan a disfrutar del tiempo libre imitan ese ritmo aunque más no sea por unos días.

Un parque temático engloba varias esculturas realizadas por el artista Saúl Miller, santafecino de nacimiento pero cordobés por adopción. Figuras religiosas, de la música popular, de la mujer o la fuente de agua que recibe en el portal de entrada a la ciudad han salido de su taller.

Se puede visitar una capilla ortodoxa rusa de líneas bizantinas dedicada a San Nicolás de Bari y considerada una reliquia valiosa.

Los días extensos, las noches frescas y estrelladas y los senderos, lomadas y rincones del río invitan a caminar, a trotar, a andar en bici y a cabalgar. El campamento es una de las modalidades adoptadas por los más jóvenes. Cada noche, el clima propicio llama a pasar por alto el descanso, entre fogones y “guitarreadas”.

La cercanía con los circuitos del valle de Paravachasca, en los que se incluyen Alta Gracia y el embalse Los Molinos, ofrece paseos de día completo con actividades para todas edades y gustos.

Casas habilitadas para alquiler turístico, cabañas e incluso establecimientos rurales están preparados con sus mejores servicios todo el año pero en especial durante la temporada de verano.

El clima templado, el aire puro y el encanto de las especies arbóreas autóctonas de Anisacate muestran la fuerza de una naturaleza que, con sus atributos, atrapa a los visitantes.